Sunday, August 23, 2009

Delirios teóricos de la crisis

La crisis económica y financiera del mundo desarrollado tiene a sus economistas delirando. Hace un mes, la revista The Economist tituló en su portada "Modern Economic Theory: Where it went wrong and how the crisis is changing it". El título sugiere entonces que "hay algo que salió mal" en la teoría y que la crisis la está cambiando. En las páginas interiores, la revista entrevista a varios economistas, entre ellos Paul Krugman, premio Nobel de economía en 2008, quien sin sonrojarse afirma que la mayor parte de la teoría macroeconómica fue "espectacularmente inútil en el mejor de los casos y positivamente dañina en el peor".

Un par de semanas más tarde, Robert Lucas, premio Nobel de economía en 1995 y padre de la macroeconomía moderna, refuta en la misma revista la idea de que el haber fallado en pronosticar la crisis financiera signifique una falla de la economía, puesto que "una cosa que no tendremos (ni ahora, ni nunca) es un conjunto de modelos que pronostiquen caídas súbitas del valor de los activos financieros."

Debo confesar que esta discusión aporta poco, con todo el respeto por The Economist, y los premios Nobel. Pero como la crisis puso de moda opinar de los economistas, lo menos que uno puede hacer es ilustrar a mis amigos (lectores de este blog) acerca de lo que nuestra profesión le aporta a la sociedad, pues en apariencia, pocas labores tan inútiles como la de los economistas.

Los economistas trabajamos con modelos (con esas no, desafortunadamente), es decir, con caricaturas de la realidad económica. Como tal, las caricaturas no deben tomarse tan en serio, aunque sí lo suficientemente como para no ignorarlas. Hace unos días alguien, al enterarse de que yo había trabajado desarrollando modelos macroeconómicos, me preguntó de forma socarrona si los modelos económicos sí eran útiles. Mi respuesta fue que eran como los condones: hay que saber cómo, cuándo, para qué y con quién usarlos. También, al igual que los preservativos, no deben ser la única herramienta para la toma de decisiones.

Más seriamente, creo que el problema no está en los modelos (o teorías) por sí mismos. Hubo algo, quizás el fuerte debate ideológico en Estados Unidos, que causó que los economistas le dedicaran tanto tiempo a tratar de responder las preguntas equivocadas. Por mucho tiempo los economistas, especialmente los del mundo desarrollado, se la pasaron estudiando las preguntas incorrectas con las herramientas correctas. Otros, especialmente los que se dedicaron a estudiar temas que “eran problema de las economías subdesarrolladas”, entre ellas las crisis cambiarias y financieras, se la pasaron estudiando las preguntas correctas con las herramientas incorrectas.

Nadie medianamente informado acerca de los desarrollos de la ciencia económica puede argumentar que no había investigadores tratando de entender la racionalidad del comportamiento en manadas (hay miles de páginas de libros al respecto), de las burbujas especulativas, las modas, etc, etc, etc. Todos estos desarrollos se dieron con diferentes niveles de sofisticación matemática. Así que achacarle la culpa a la profesión de no haber ni entendido, ni pronosticado la crisis me parece exagerado.

No obstante, hay que reconocer que, como en todas las profesiones de la vida, hay roscas, y los científicos no son la excepción. El problema es que esta vez fueron los de la rosca los que se equivocaron. Solo unos pocos fueron capaces de anticipar que las más Banana Republic del mundo era la economía más poderosa del planeta.

Monday, August 17, 2009

Las pirámides y sus demonios

Carl Sagan, físico que se hizo célebre en los 80 por la serie "Cosmos", fue fuente de inspiración de muchos, que posteriormente se convirtieron en físicos de profesión y que, con sus aportes a la ciencia, hoy están transformando el mundo. Después de su muerte en 1996, su novela "Contacto" llegó a Hollywood de la mano de Robert Zemeckis, el mismo productor de Back to the Future, y Jodie Foster, como protagonista de la película.

Un año antes de morir, Sagan escribió un libro títulado "El mundo y sus demonios" o "The Demon-haunted World", su título original inglés. Podría decirse que el libro fue menos exitoso que la serie Cosmos y ciertamente menos popular que la película, pues mientras que para muchos de ustedes la publicación les resulta absolutamente desconocida, la serie debe serles un poco más familiar, porque en Colombia se transmitía por partes los domingos a las 7 de la noche de la mano del inolvidable programa "Naturalia". La película fue obviamente un éxito taquillero mundial por sus efectos especiales y lo controversial de su tema.

No obstante, la importancia de "El mundo y sus demonios" no se puede soslayar. Los 90, al igual que los 80, los 70, otras épocas pasadas y la época actual, han sido décadas de oscurantismo, irracionalidad y superstición. El mundo y sus demonios es un libro fascinante, pues desenmascara el fraude de los curanderos, las abducciones por extraterrestres, los llamados "canalizadores", entre otras charlatanerías. Sagan demuestra que el pensamiento científico es necesario para salvaguardar las instituciones democráticas y nuestra civilización técnica.

Como economista, debo reconocer que no existe un Carl Sagan de la economía. Tal vez lo más parecido es Paul Krugman, economista al que muchos se refieren con desprecio como "un columnista del New York Times". El chiste de Sagan era su capacidad para transmitir complejas teorías y hechos de la física en un lenguaje sencillo y accesible al populacho, o sea a nosotros. Sagan, sin embargo, murió con la preocupación de que el mundo se dirigía hacia una nueva edad oscura de irracionalismo y superstición. Dudo que Krugman tenga unas predicciones similares, pero los hechos muestran que tanto en economía, como en la física, el nivel de analfabetismo es preocupante y no respeta clase social.

Tomemos el caso de las pirámides en Colombia y de Madoff en los Estados Unidos. La semana pasada, Asobancaria organizó un congreso sobre lavado de activos en Cartagena. Aparte del turismo corporativo, que aún se mantiene a pesar de la contracción de la economía, el evento fue todo un éxito, entre otras por el gran interés que despertó el tema de las pirámides. Durante uno de los almuerzos, estuve sentado con la fiscal que investiga el caso DMG, el gerente del Banco de la República, el presidente de la Superintendencia de Sociedades, unas personas de la OFAC (no me pregunten que es esa joda, pero es algo importantísimo, tanto que tiene en la quiebra a mi Ameriquita del alma), y la presidente de Asobancaria, entre otros. El tema, obviamente, era si David Murcia había lavado dinero con su pirámide y su complejo empresarial y era culpable tanto del delito de captación ilegal, como de lavado de activos.

Tal parece que Murcia si lavó dinero, como se ha reportado en la prensa, pero a mi me quedó la sensación de que nadie entiende por qué diablos si el tipo quería lavar dinero, lo iba a hacer a través de una de las pirámides más grandes de la historia! Se dijo en el foro que DMG llegó a captar 4,8 billones de pesos, o 2,4 billones gringos (o sea US$2.4 billions) de dólares. Está bien, no fue un Madoff, que llegó a 50 billions, pero bueno si uno pondera por el PIB percápita de los dos países (46 mil dólares de E.U. vs 8 mil de Colombia), creo que Murcia se le acerca bastante, más aún si se considera que la pirámide de Murcia fue menos añeja.

En cierto sentido, la popularidad de todas pirámides, las de Murcia, Madoff, Ponzi, etc. resultan de una inseparable mezcla de codicia, superstición, fé, ignorancia y hasta ingenuidad por parte de los inversionistas. Como ya he insistido en este blog, hay muchos principios básicos en economía, pero uno de ellos es que las tasas de interés "libres-de-riesgo" (si es que existen) son bajas, muy bajas. Madoff tenía la sutileza de ofrecer 10% de retorno no-matter-what. Absurdo, pues típicamente la tasa de retorno de una inversión "segura" fluctúa entre 2% y 4%. Obviamente, con la influencia de Madoff y su tradición en Wall Street, muy pocos se atrevieron a gritar que el Emperador estaba empelota. Solo unos pocos confiaron en lo que habían aprendido en las aulas y pusieron el grito en la Securities and Exchange Commission. (Ver la denuncia de John Markopolos ante la SEC).

Tanto Murcia como Madoff fueron lo suficientemente astutos como para probar que efectivamente "podían pagar lo que ofrecían", pero como dice mi abuelita, que no tiene un PhD en economía: "de eso tan bueno no dan tanto", que es lo mismo que decir que las tasas de retorno de las inversiones libre no pueden ser altas.

Es por eso que se necesita la superstición para que estos esquemas piramidales funcionen por un tiempo. Es decir, la falsa pero firme creencia de la gente (tanto ricos como pobres) que los que estudian son unas güevas y los charlatanes son iluminados. Es por eso que, a pesar de andar berracamente ocupado con mi trabajo, me animé a escribir este blog después de varias semanas de ausencia. Sólo para decir: qué falta la que le hace Sagan a la ciencia y qué tanta falta le hace un Sagan a la economía. O al menos a las finanzas.

Nota: si quieren leer más sobre pirámides busquen "Ponzi scheme" en Wikipedia.

Sunday, May 17, 2009

Mas sobre la suerte

Salió finalmente la revista Semana, edición de las 100 empresas más grandes de Colombia, con los "chicos superpoderosos". Como les había comentado, resulta que soy uno de esos. Me encuentro muy agradecido con todos los que vieron la revista, bien sea porque mi esposa les avisó o porque por casualidad se toparon con la publicación, y me enviaron sus felicitaciones. Recibí muchos emails que me emocionaron mucho. Es más, me declaro sorprendido, pues recibí más mensajes de reconocimiento que cuando me gradué del doctorado. Queda claro entonces, que salir en Semana es uno de mis mayores logros. De nuevo, muchas gracias a todos los que me escribieron. No tengo palabras para agradecérselos.

La nota chistosa pero acertada la puso mi suegro, quien me mandó a decir que "la nota de Semana le pareció muy light" y que no reflejaba la seriedad que me había caracterizado durante toda mi carrera profesional. Completamente de acuerdo! Pero bueno, como a mi no me llevaron amarrado a la revista, debo reconocer que tengo alguito de light y asumo la culpa suegrito.

Tampoco quisiera dejar pasar esta oportunidad, para reflexionar un poco más acerca del profundo y vehemente rechazo que generaron mis teorías acerca del rol de la suerte en toda esta historia. Uno de mis mejores amigos me dijo que "o yo era un farsante total o era tan humilde que parecía una completa güeva." Como sea, también me dijo que le comprara un ejemplar de la revista y que se lo enviara. Yo sé que el hombre tiene esa misma sensación que le quedó al periodista de una "falsa humildad" en mis argumentos. Ah bueno, y eso que en mi familia, fueron aún más lejos y llegaron a decirme que la suerte no existía. De nuevo, muy queridos todos, pero insisto en que, siendo completamente objetivos, el trabajo duro es una condición necesaria pero no suficiente para el éxito, cualquiera que sea su métrica (o sea la unidad con la cual se mida, como dinero, fama, amor recibido, etc).

Para no extenderme en argumentos, solo voy a recomendarles un libro: "Fooled by randomness" de Nassim Taleb. A parte de ser un libro de esos que a la periodista de Semana le dió por calificar de "libros inteligentes", tal vez para referirse a libros escritos por verdaderos intelectuales, es un manuscrito bastante divertido. Es uno de esos libros que le abren a uno los ojos. Que le hacen ver la luz.

Pero bueno, saben que a la larga entiendo perfectamente a todos los que rechazan la idea de la existencia de la suerte (o la aleatoriedad) y reafirman el determinismo (la no-aleatoriedad). Yo también fui parte de ese grupo. Siempre creí que existía una razón para todo. Una explicación lógica y coherente sobre el devenir de las cosas, sobre la ocurrencia de los eventos. De hecho, durante la mayor parte de mi carrera profesional me dediqué a eso: tratar de encontrar el por qué de los hechos económicos, en especial de la economía colombiana. Y lo peor es que pasé mucha parte de mi tiempo, construyendo modelos cuya lógica primitiva es que hay una parte determinística y otra aleatoria, esta última sin la fortaleza suficiente como para "dominar" a la parte determinística.

También hay que reconocer que es que así fuimos educados. Yo nací en un hogar católico. De pequeño, cuando vivía en Central Castilla, iba a misa casi todos los Domingos a un pueblito que se llamaba San Antonio de los Caballeros. Me parecía hasta divertido ir a misa. Lo único maluco era el olorcito a incienso. Hice la primera comunión con el Padre Potes, el mismo que está embollado en Cali por yo no se bien que cosa. Con el tiempo me fui alejando de la religión, pero al mismo tiempo entendí que ella llena un vacío natural del ser humano: la necesidad de que alguien (o sea, Dios) nos explique lo inexplicable.

En cierta forma, la figura de Dios es el determinismo en su máxima expresión. Gracias a Dios, somos lo que somos. Gracias a Dios, estamos en las que estamos. Y gracias a Dios, saldremos bien librados de todo lo malo que nos pasa. Esta noche dormiré en el sofá, ya sé. Ah, y los más radicales me tirarán tomates por Facebook, pero algo parecido sucede con un libro, que es un mega-best seller, llamado "El Secreto". El argumento básico es que basta que uno se imagine lo que quiere ser y tener, y trabajar duro para llegar a serlo o tenerlo, y tus deseos se convertirán en realidad. Debo confesar que ninguno de estos argumentos me convence, aunque reconozco que llenan una necesidad básica: una respuesta simple a las cosas que nos pasan.

En el mismo sentido, resulta muy bonito y gratificante pensar que, gracias al trabajo duro, al sacrificio, al estudio, a las buenas costumbres, etc, es que nos sucede todo lo bueno. Pero cuantos miles de personas hay allá afuera, que trabajan durísimo, quizás más duro que nosotros, y no obtienen los resultados deseados? Es más, si ser inteligentísimo y trabajar duro fuera suficiente para alcanzar el éxito, todos los líderes, empresarios, periodistas, etc, etc, etc, tendrían estos atributos. Y ese no es el caso. Todos nosotros conocemos decenas, sino cientos, de ejemplos, de líderes literalmente imbéciles e ineptos.

Así, insisto en mi punto: la suerte, o sea la aleatoriedad, juega un papel mucho más importante en nuestra vida de lo que creemos. O de pronto es Dios jugando a los dados. Como sea, estoy feliz de ustedes se hayan cruzado por mi vida.

Saturday, May 9, 2009

Pérdidas visibles, beneficios invisibles

La mayor parte de mi vida profesional me la he pasado trabajando en un sector altamente impopular. Inicié mi carrera en el banco central de Colombia, después estuve un par de años en Citi, y ahora aterricé en la Asobancaria, el gremio de los banqueros. Tal vez, después de los políticos, los banqueros son el grupo más desprestigiado de la sociedad. Peor aún, con la crisis económica, la imagen negativa de los bancos a nivel mundial ha caído a sus mínimos históricos. Y es que para el común de la gente, el sistema financiero es algo así como un mal necesario.

La semana pasada me invitaron a dar una charla sobre el estado del sistema financiero en Colombia al III Encuentro Nacional de Banca y Pyme, un evento organizado por el ACOPI, el gremio de los pequeños empresarios. Por supuesto, el ambiente no era el más amigable para un representante de la banca, al punto que corría el riesgo de que a alguien le diera por tirarme un zapato. Bajo estas circunstancias adversas, mi intervención comenzó reconociendo que, para mí era un orgullo el haber sido invitado a participar en un foro que reunía a uno de los principales símbolos de nuestra sociedad, el emprendedor colombiano. Después, les hablé de la situación macroeconómica, presentándole al foro más o menos el mismo escenario que describí en mi blog de la semana pasada. Continué contándoles que la demanda de crédito está creciendo menos que la oferta, y que eso, junto con la reducción de las tasas por parte del Banco de la República y las expectativas de una menor inflación está haciendo que las tasas de interés de todas las modalidades de crédito caigan.

Pero la parte emocionante vino al final de la charla, cuando me tocó tratar el tema de las utilidades de los bancos. El tema es complicado, no sólo porque en Colombia hacer plata es lo más parecido a un delito y los bancos están siendo rentables, sino porque en todo lado para los empresarios los banqueros son como una especie de chupa-sangre, unos parásitos que "no producen nada" y que "explotan" al azotado sector productivo. Ni más faltaba, es que producir azúcar, ensamblar un carro o un computador, entre otras cosas, son actividades que requieren mucho esfuerzo y dedicación. Recoger y prestar plata, por el contrario, es culísimo.

En mi concepto, esta falsa percepción tiene el siguiente origen. El principal contacto de los bancos con nosotros es a través de dos servicios financieros: las cuentas de ahorro y las tarjetas de crédito. Lógicamente, nosotros quisiéramos tener nuestros ahorritos disponibles a la mayor brevedad, por lo que las tasas de interés que nos resultan pagando son probablemente las más bajas de todas, póngale por ahí un 5%. También, quisiéramos que nos prestaran billete rápido y fácil para esa blusita que pone a nuestra pareja a tono con la moda. Y eso es lo que justamente hace una tarjeta de crédito, le presta a uno plata fácil y rápida, sin mucho papeleo ni garantías. El gran pero, es que para los bancos es un crédito altamente riesgoso y cobran las tasas más altas de todas, más o menos un 25%.

Uno pensaría que captar al 5% y prestar al 25% es un negociazo. ¿Qué actividad lícita tiene semejante márgen? Hay dos problemas con esta lógica. De hecho, hay muchos más, pero menciono solo dos. Primero, que no toda la plata que se recoge se puede prestar, por encajes, impuestos, regulación, inversiones forzosas, etc, etc. y además, que no todo el mundo resulta siendo tan buena paga como uno. Segundo, las cuentas de ahorro y el crédito de consumo, no son los únicos productos financieros. Existen otros menos líquidos y menos riesgosos que reducen significativamente el márgen. Una vez se tienen en cuenta estos factores, la rentabilidad de los bancos se reduce increíblemente. De hecho, el retorno sobre los activos y el capital no ha superado el 3% y el 25% en los últimos 10 años y el márgen de intermediación es del 8%. Bajo estas condiciones, sorpréndanse, el sector financiero no está entre los primeros 10 sectores más rentables en Colombia.

Ok señor, dirán ustedes, eso prueba que no es tan buen negocio, pero no prueba que no son unos parásitos. ¿Cuáles son los beneficios de que existan los bancos? Explicar esto es más jodido. Mientras que las empresas producen cosas visibles o tangibles, como un bulto de azúcar, un carro o un computador, los servicios que producen los bancos son menos obvios, son casi que invisibles. Uno de los beneficios sociales de los bancos es que nos ahorran a nosotros el dolor de cabeza de tener que saber a quién diablos le prestamos la plata. Imagínese usted que a su casa llegara un David Murcia, semejante man, con esa pinta, a decirle que le paga el 100% si le deja sus ahorritos. Usted obviamente le entrega la plata, tal como se la entregó mucha gente. Los bancos nos pagan mucho menos, pero una de las cosas que hacen es que nos ahorran el dolor de cabeza de que venga un bacán de vereda y nos tumbe!

Canalizar dinero eficientemente y de forma segura desde la gente o empresas que tienen ahorros hacia la gente o empresas que lo necesitan es un beneficio muy importante para la sociedad. Sin los bancos, la financiación del consumo de los hogares, de proyectos de inversión o del capital de trabajo de las empresas sería más difícil y probablemente más costosa. Nosotros tendríamos que financiarnos a través de pagarés, las empresas a través de bonos y habría mucha gente que resultaría tumbada o extorsionada y, en el caso de Colombia, probablemente los homicidios aumentarían.

Una de las cosas más fascinantes que tiene la economía, es la existencia de estas paradojas en las que las pérdidas para la sociedad resultan evidentes pero los beneficios no lo son tanto. Más emocionante aún es que en esta trampa no solo cae la gente del común. También son víctimas algunos economistas colombianos. El otro día en El Tiempo leí que había unos señores muy serios, que proponían estrangular al sistema financiero como "fórmula para salir de la crisis." Esa es otra de las razones por las que me fascina la economía: que cuando leo la prensa, es como si me sentara a ver Sábados Felices.

Saturday, May 2, 2009

Qué le espera a la economía colombiana en 2010

Ya comienzo a extrañar mi antigua profesión. La de analista económico del Citibank para Colombia y Venezuela. O mejor, como alguna vez lo puso mi cuñada de una forma clara y sucinta: la del Walter Mercado del Citi en Colombia. Y es que sí, para que les digo mentiras, uno le saca gusto a eso de estar haciendo proyecciones. Tal como en las apuestas, uno se envicia. Dicho esto, quisiera dejar consignada mi visión, de lo que le sucederá a nuestra economía en el próximo año y medio. Todo, para que luego no digan que no se los advertí. O también, para que después me manden este escrito y me digan: "Hamann, sí que estabas pifiado y mirá esta economía tan exhuberante! Menos mal te fuiste pa' la Asobancaria porque nos hubieras hecho perder cualquier cantidad de plata!".

Y es que ya hace unas cuantas semanas que la economía de los Estados Unidos está mostrando signos de recuperación. O al menos, eso es lo que están percibiendo los mercados financieros globales. Las acciones, tanto en Estados Unidos, como en Europa, Asia y Latinoamérica han repuntado en el último mes, aunque sin lograr revertir por completo la debacle del año pasado. Me parece iluso pensar que las pérdidas se compensarán en cuestión de meses, pues la destrucción de riqueza ha sido tan grande, que se requiere un rally sostenido y generalizado que duplique los niveles de precios observados hoy en día. No obstante, es una buena noticia que al menos haya inversionistas apostándole a una estabilización y a que la economía gringa ya tocó fondo. Si esta tendencia se consolida pronto aparecerá gente diciendo que los Estados Unidos estará despegando más pronto que tarde.

En Colombia también ha habido buenas noticias. La más importante es que el país hubiera decidido acudir al FMI por una línea de crédito contingente de 10.400 millones de dólares. Si el FMI aprueba la solicitud, el gobierno y el Banco contarán con un año para decidir si hacen uso o no de estos recursos. Eso es lo que significa el terminacho "contingente". De esta forma, el país dispone de una opción, una especie de colchón, equivalente a más o menos un 50% más de sus reservas internacionales. Otra buena noticia es que el Banco ha seguido bajando agresivamente su tasa de interés y que el resto de tasas de la economía están respondiendo relativamente rápido, sobre todo el crédito comercial e hipotecario. Este último debe aliviar la carga financiera de los hogares en forma importante. La tercera buena noticia, es que el gobierno está actuando de forma más o menos sensata, y no se ha unido al coro de alarmistas que dicen que Colombia ya está en crisis y que proponen una zarta de estupideces, como usar las reservas internacionales para construir puentes y túneles que pasan por la mitad de un volcán, como el túnel de La Línea. De haber seguido las recomendaciones de estos genios, ya estaríamos en una crisis.

Gracias a la suerte o a Dios, como lo quieran ver, Colombia no se encuentra en crisis. Lo que el país está sufriendo es una recesión, y está entrando en ella a una velocidad casi que sin precedentes. Y la diferencia entre crisis y recesión no es semántica. En una recesión, la economía se contrae, esto es, el ingreso de los hogares decrece, el gasto tanto privado como público o no crecen o caen también, el desempleo aumenta, el crédito o no crece, o aumenta pero mucho más lentamente, y la situación externa tiende a deteriorarse. En una crisis, todas estas cosas pasan a una velocidad sin igual, con varios agravantes: que los mercados financieros se desestabilizan; la tasa de cambio se sube por encima de 3.000 pesos; el crédito se seca y nadie consigue plata; el ajuste del gasto no es voluntario sino forzado por las circunstancias; las familias no pueden pagar sus deudas; algunos bancos se quiebran; el país, o no consigue financiación y/o los inversionistas locales huyen despavoridos; las tasas de interés, tanto locales como externas, se van a las nubes; el banco central desacumula reservas internacionales rápidamente, y el déficit externo se vuelve un superávit en un abrir y cerrar de ojos. Eso es una crisis. Claramente eso aún no está pasando en Colombia.

Ahora bien, esto no quiere decir que dicho escenario no pueda ocurrir. De acuerdo con las cifras más recientes y las proyecciones de los analistas, la economía va a entrar en una etapa de una mayor fragilidad a todos los niveles. El deterioro de las cuentas fiscales es quizás lo más evidente y su tendencia será a deteriorarse. No tardarán en aparecer los titulares en la prensa sobre el "hueco fiscal". También, la situación de las firmas y los hogares tenderá a empeorar como consecuencia de la recesión y el desempleo aumentará hacia el 15%.

Pero para muchos esta recesión será corta. Mis ex-colegas analistas, tanto en Colombia como en Nueva York, esperan una recuperación rápida y en línea con la de Estados Unidos. Su lógica es atractiva. Si Estados Unidos se recupera, se recupera el globo y con él los precios de los commodities, etc, y debería haber un rebote más o menos sincronizado. En mi opinión, me parece que están pasando por alto algunos hechos de la economía colombiana que van a hacer del siguiente año y medio, un período bastante desesperante para nosotros los colombianos.

El primer hecho, es que en Colombia los precios y los salarios son rígidos a la baja, lo que significa que el ajuste de la economía viene vía producción y empleo. El salario mínimo, que es la referencia para el resto de salarios en la economía, aumentó en igual porcentaje que la inflación del año pasado. La inflación del 2008 fue, a su vez, el referente para una buena parte de los precios de la economía este año. Si los precios no caen al ritmo de la demanda, como es el caso del precio de la gasolina, y el salario real se mantiene casi que intacto, los hogares simplemente ajustan vía cantidades. Recortan las salidas a comer, van menos a cine y a otros espectáculos, se cambian de plan de celular, ahorran en agua, energía, y gasolina, etc, etc, etc. Y una vez esto sucede; una vez la gente cambia sus costumbres, es muy fregado que vuelvan a sus hábitos de las épocas de las vacas gordas. A esto los economistas le llaman "habit persistence", que yo no sé bien como traducir esa vaina al español, pero significa que es jodido que la gente cambie de parecer. Entre más inflexibles sean los precios, más prolongada será la recesión.

Si a este escenario local, le sumamos el alto riesgo de que: uno, lo más probable es que Venezuela sí tenga una crisis de aquí a un año, y que, dos, si Estados Unidos se recupera rápidamente, como creen aquellos que le apuestan a una recesión en forma de "V", de tal forma que en un futuro no lejano la Fed esté normalizando la política monetaria, el contexto externo para Colombia puede ser mucho menos favorable de lo que muchos creen.

Por eso, creo que el país se encuentra en el inicio de una larga y prolongada recesión o, en el mejor de los casos, en el 2010 veremos una economía que crece pero significativamente por debajo de su potencial (4,0% anual). En estas condiciones abundarán las propuestas "creativas" de los candidatos presidenciales. Me asalta, eso sí, una gran duda: ¿cómo será el presidente-candidato Álvaro Uribe lidiando con una recesión de este estilo y con un vecino peor de embollado?

Sunday, April 26, 2009

Los más jóvenes y exitosos de los negocios

La anécdota de esta semana tiene que ver con que resulté escogido por la revista Semana, como uno de las personas más jóvenes y exitosas de los negocios en Colombia. La lista, de 10 ejecutivos jóvenes saldrá publicada en la edición anual de las 100 mejores empresas de Colombia que debe circular en un par de semanas. Gracias, gracias, ya sé lo que está pensando. Yo también pienso lo mismo. Jóven este man? Qué va! Con 37 años y dos hijos que le tumbaron el pelo y le sacaron canas, resulta como fregado argumentar eso. Exitoso en los negocios? Menos! La única vez que me metí en el cuento de ser empresario fue en el bachillerato, vendiendo acciones de un entuerto de compañía impulsada por el club San Fernando, que estaba al borde de la quiebra, y no logré vender ni una! Entonces, por qué diantres terminé yo metido en la dichosa lista?

De hecho, eso mismo le pregunté a la periodista. Su respuesta fue que esto se hacía "por consultas" y "por referencias", y que así daban con gente como yo. No muy convencido con su respuesta, y con cierto escepticismo acerca de la forma como escogen los "exitosos" en Colombia, por pura curiosidad intelectual procedí a aceptar la entrevista, con sesión de fotos incluída y todo. Durante la entrevista, obviamente vinieron las preguntas de rigor, sobre su vida y obra, estudios de colegio, carrera universitaria, trayectoria profesional, entre otros, mientras un fotógrafo me tomaba fotos en mi oficina. Una de las preguntas que más me llamó la atención fue esta: "¿Cuál es la clave para que siendo tan jóven haya logrado llegar a semejantes responsabilidades?" Aunque ella insistía con el cuento de que yo era jóven y exitoso, lo más interesante de la pregunta es que, de verdad era una pregunta profunda.

Sin pretender chiviar a Semana, esta fue mi respuesta: "No creo que haya ninguna "clave" del éxito. Más que todo es suerte, lógicamente combinada con algunos factores casi que obvios, como la disciplina de estudio y trabajo, la capacidad de escuchar a los demás, etc." La señora no quedó muy convencida de mi respuesta, e insistía en que no podía ser que yo pensara así. Según ella, había algo así como una "falsa humildad" en un tipo "tan exitoso" como yo. Mire, le dije, por supuesto que todos estos atributos que menciono son necesarios para el éxito, pero no son su causa, eso es lo que quiero decir. "Son una condición necesaria pero no suficiente", rematé. Pero la señora insistía en que no era posible que el trabajo duro no fuera premiado. Ante lo cual me limité a decir lo siguiente: "por cada Juanes, Bill Gates u Obamas, hay cientos de miles de personas con idénticas virtudes que por azar se quedan en el camino". A pesar de lo lapidario de mi argumento, ella no quedó muy convencida, pero se dió cuenta, por lo menos, de mi terquedad.

Pero la pregunta de por qué terminé metido en esa lista seguía atormentándome. Tanto, que decidí contarle a Margarita, mi esposa. Ella, obviamente, feliz por el "reconocimiento" a mi trabajo "duro" y al esfuerzo durante todos estos años, se convirtió en otra más de mis opositoras al tomar partido en la discusión acerca de la clave del éxito. Lo mismo mis hijos, quienes acabaron terciando en la discusión. Dándome cuenta de lo impopular de mi punto de vista, más bien decidí concederle a ellos su punto e irme a dormir.

Oh sorpresa cuando a la mañana siguiente estalla el escándalo de los hijos del Presidente Uribe, quienes, según Daniel Coronell, se habrían enriquecido aprovechando su condición de hijos del presidente, al usar información privilegiada en la compra de unos predios en las afueras de Bogotá por los cuales pagaron nada y hoy en día valen miles de millones. "Los muchachos", como les dice María Isabel Rueda, en su columna de hoy en El Tiempo, parece ser que han sido negociantes desde pequeños, han fracasado un par de veces y parece que finalmente dieron con el chiste de cómo es que se hace plata. Coronell, en su columna de esta Semana, insiste en que no hay nada de visionario en el negocio de los hijos del presidente y que simplemente lo que hay aquí es un episodio de corrupción.

Independientemente de si hubo corrupción o no, creo que este episodio de los hijos del presidente ilustra que efectivamente tengo la razón en mis dos argumentos. Primero, no merezco estar en la lista de los más exitosos en los negocios, ni por jóven ni por multimillonario. Y segundo, que se necesita mucha suerte para terminar uno siendo hijo de un presidente.

Thursday, April 16, 2009

Las fórmulas de la crisis

¿Cuál es la fórmula para salir de la crisis en Colombia?, fue una de las preguntas que me tocó responder en días pasados (a través de Internet y a nombre de mi jefe) a uno de los periodistas locales. Mi primera reacción fue, obviamente, de desconcierto. Primero, es que no es claro que haya una "crisis" propiamente en Colombia, al menos una crisis económica que yo sepa. Mi diagnóstico es que es probable que la economía efectivamente esté en recesión ya, pero lo que está sucediendo aún no se puede caracterizar, vuelvo y repito, como una crisis al estilo de la vivida a finales de los 90. Ok, bueno, supongamos que tengo el diagnóstico equivocado y efectivamente Colombia está en medio de una crisis.

Lo peor es que me tocaba decir algo inteligente. Cinco años de doctorado en teoría económica y otros tantos más de estudiar economía "en la práctica", no podían haber pasado en vano. Tocaba mostrarle a mi jefe que de algo sirvieron. Pero, ¿qué diablos responde uno a semejante pregunta tan pendeja? Y no es por tratar de idiota al periodista, ni mucho menos, pero en estas épocas de "crisis", la gente acude a los economistas como si se fueran al médico. A que les digan qué tiene la economía y cómo curarla. Con un diagnóstico diferente al del periodista y con una fórmula que igual no le van a parar bolas, procedí a dar mi respuesta.

"Desafortunadamente esta es una crisis global, originada en las economías industrializadas, que generan 72% del producto mundial, y que necesariamente tendrá un impacto negativo sobre nuestro desempeño. En estas circunstancias, lo primero que hay que entender es que no hay fórmulas mágicas. Todas las políticas tienen costos asociados. Dicho esto, una de las cosas que podemos hacer en economías pequeñas como la colombiana, es responder con políticas contra-cíclicas, pero sin volvernos imprudentes. Parte de estas políticas ya se están implementando, en particular, mediante la reducción de tasas de interés por parte del Banco de la República y el haber permitido una corrección importante del desequilibrio cambiario. Esto ha sido posible gracias a que el banco actuó preventivamente, aumentando las tasas de interés en la época de las vacas gordas. Si bien, en mi opinión, pudo haber subido exageradamente las tasas de interés, esta política se complementó con otras políticas prudenciales como la acumulación de reservas internacionales e imponiendo controles a los flujos de capital especulativos. Por desgracia, la política fiscal fue pro-cíclica y no se ahorró durante el auge para poder gastar en la recesión. En consecuencia, ante la caída del recaudo tributario la política fiscal no puede ser decididamente contra-cíclica sin deteriorar la sostenibilidad de la deuda pública. A pesar de estas limitaciones, el Gobierno ha permitido la operación de estabilizadores automáticos, relajado la meta de déficit para 2009 y priorizado el gasto en infraestructura y vivienda, que son los que mayores multiplicadores tienen. Estas son buenas políticas, pues muestran el esfuerzo por ser prudentes en el gasto para mantener el acceso a los mercados financieros internacionales y la confianza de los agentes en la política fiscal. Sin embargo, también hay políticas desastrosas, como mantener congelado el precio de la gasolina su pico histórico, porque eso erosiona el ingreso disponible de las familias y eleva los costos de producción de las firmas. Mientras en otros países ese efecto ya se ha diluido en Colombia decidimos prolongarlo."

La traducción de esta respuesta al lenguaje callejero es: no hay nada que hacer diferente a lo que ya se está haciendo el Banco de la Répública, quien trató de bajarle el volúmen a la música y moderar la euforia de la fiesta cuando todo el mundo, incluido el mismo gobierno, estaba envacalocado chupando guarapo y pensaba que la rumba no iba a terminar. Pues bien, la pachanga se acabó y ahora, con este guayabo tan berraco, pues no se le puede pedir al paciente que se vaya pa'l gimnasio. Obviamente, pues este tipo de cosas no se dicen de esta forma, y me tocaba proceder con la parte inteligente de la respuesta.

"Ahora bien, paralelamente a las políticas de corto plazo, creo que otra cosa que podemos hacer durante esta crisis externa es aprovechar la oportunidad para avanzar en reformas estructurales y fortalecer las buenas políticas pensando en el largo plazo. Creo que el país debe sentarse a pensar seriamente en cómo remover la maraña de distorsiones tributarias que perpetúan la informalidad y la ilegalidad. Un par de ejemplos, son las altas cargas laborales y el impuesto a las transacciones financieras. Ambos generan unas distorsiones gigantes que estimulan el crecimiento del sector informal e inclusive el delito. Allí los economistas llevamos 40 años fallando. Porque hemos estado de acuerdo en todas estas cosas sin poder convencer a los políticos. "

De nuevo, la traducción simple es que, en lugar de estar chupando trago y comiendo lechona de la forma como lo hemos venido haciendo, hay que cerrar el pico y mandar la economía al Bodytech todos los días Lunes a Domingo, a las 5 de la mañana, para a eliminar toda la grasa y el colesterol que tiene de sobra. Obviamente, a nadie le gusta esta "formula". Menos a los políticos, que son los que mandan.

Ah y también puse otras cosas, pero esas sí eran pendejadas. Como la pregunta.


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Friday, April 10, 2009

Mi primer blog

Siempre quise publicar un blog. Para mi familia, para mis amigos, para quien sea. Hay mucha desinformación en este mundo. Especialmente, en lo que tiene que ver con la información económica y financiera. De mis épocas en el Banco de la República, recuerdo que Carlos Esteban Posada siempre decía que "una de las grandes maldiciones de este país, era el alto nivel de analfabetismo económico". Totalmente de acuerdo con él, solo que extendería el problema al resto de la humanidad.

De hecho, creo que una de las principales causas del gran número de crisis económicas y financieras en la historia de la humanidad son las malas decisiones de la gente. La gente es más o menos buena decidiendo asuntos elementales: en dónde compra el mercado, dónde encontrar los artículos más baratos, etc. Pero es menos buena en asuntos un poco más complicados como, en qué invertir sus ahorros. El ejemplo clásico es la decisión de comprar vivienda. Por siglos, la propiedad de la tierra ha sido sinónimo de seguridad patrimonial y de estatus social. El ser propietario no sólo manda una señal del tamaño del patrimonio, sino también del éxito social.

Igualmente legendarias han sido las burbujas de precios de las casas, como lo muestra Niall Fergusson en su libro "The Ascent of Money". La mecánica es simple. En algún punto del tiempo, la oferta de casas es limitada. Por algún factor ajeno a la gente, el ingreso promedio de la población aumenta (bien sea porque aumentan los precios de internacionales de algún commodity o porque la política económica es irresponsable, o ambas) de tal forma que la demanda de casas aumenta. Dado que hacer una casa toma tiempo, el aumento en los precios de la vivienda atrae aún más gente, motivada por (i) mejorar su estatus y hacerlo evidente y (ii) el repunte de los precios.

Dependiendo del grado de escasez de la oferta de vivienda, los booms hipotecarios pueden durar desde un par de años hasta varias décadas. Entre más duran, más doloroso es el ajuste. La razón es simple: entre más larga sea la fase de vacas gordas, menor es el peso de la historia y la lógica económica. En toda burbuja siempre hay una historia atractiva y documentada que podría explicar el por qué "esta vez es diferente". Aparecen los "gurus" financieros con eco en los medios masivos, con una lista de "hechos" que apuntan a que si no nos metemos ahora, mañana será tarde. Así se alimenta la burbuja. Hasta que explota. Qué la explota? Nada. O algo totalmente insignificante. Como las burbujas de jabón, estallan sin necesidad de pincharlas.

No pretendo cambiar el mundo con estos párrafos. Tampoco busco cambiar la forma de pensar de nadie. Sólo quería escribir mi primer blog y contarles que estoy vendiendo mi casa.