Sunday, April 26, 2009

Los más jóvenes y exitosos de los negocios

La anécdota de esta semana tiene que ver con que resulté escogido por la revista Semana, como uno de las personas más jóvenes y exitosas de los negocios en Colombia. La lista, de 10 ejecutivos jóvenes saldrá publicada en la edición anual de las 100 mejores empresas de Colombia que debe circular en un par de semanas. Gracias, gracias, ya sé lo que está pensando. Yo también pienso lo mismo. Jóven este man? Qué va! Con 37 años y dos hijos que le tumbaron el pelo y le sacaron canas, resulta como fregado argumentar eso. Exitoso en los negocios? Menos! La única vez que me metí en el cuento de ser empresario fue en el bachillerato, vendiendo acciones de un entuerto de compañía impulsada por el club San Fernando, que estaba al borde de la quiebra, y no logré vender ni una! Entonces, por qué diantres terminé yo metido en la dichosa lista?

De hecho, eso mismo le pregunté a la periodista. Su respuesta fue que esto se hacía "por consultas" y "por referencias", y que así daban con gente como yo. No muy convencido con su respuesta, y con cierto escepticismo acerca de la forma como escogen los "exitosos" en Colombia, por pura curiosidad intelectual procedí a aceptar la entrevista, con sesión de fotos incluída y todo. Durante la entrevista, obviamente vinieron las preguntas de rigor, sobre su vida y obra, estudios de colegio, carrera universitaria, trayectoria profesional, entre otros, mientras un fotógrafo me tomaba fotos en mi oficina. Una de las preguntas que más me llamó la atención fue esta: "¿Cuál es la clave para que siendo tan jóven haya logrado llegar a semejantes responsabilidades?" Aunque ella insistía con el cuento de que yo era jóven y exitoso, lo más interesante de la pregunta es que, de verdad era una pregunta profunda.

Sin pretender chiviar a Semana, esta fue mi respuesta: "No creo que haya ninguna "clave" del éxito. Más que todo es suerte, lógicamente combinada con algunos factores casi que obvios, como la disciplina de estudio y trabajo, la capacidad de escuchar a los demás, etc." La señora no quedó muy convencida de mi respuesta, e insistía en que no podía ser que yo pensara así. Según ella, había algo así como una "falsa humildad" en un tipo "tan exitoso" como yo. Mire, le dije, por supuesto que todos estos atributos que menciono son necesarios para el éxito, pero no son su causa, eso es lo que quiero decir. "Son una condición necesaria pero no suficiente", rematé. Pero la señora insistía en que no era posible que el trabajo duro no fuera premiado. Ante lo cual me limité a decir lo siguiente: "por cada Juanes, Bill Gates u Obamas, hay cientos de miles de personas con idénticas virtudes que por azar se quedan en el camino". A pesar de lo lapidario de mi argumento, ella no quedó muy convencida, pero se dió cuenta, por lo menos, de mi terquedad.

Pero la pregunta de por qué terminé metido en esa lista seguía atormentándome. Tanto, que decidí contarle a Margarita, mi esposa. Ella, obviamente, feliz por el "reconocimiento" a mi trabajo "duro" y al esfuerzo durante todos estos años, se convirtió en otra más de mis opositoras al tomar partido en la discusión acerca de la clave del éxito. Lo mismo mis hijos, quienes acabaron terciando en la discusión. Dándome cuenta de lo impopular de mi punto de vista, más bien decidí concederle a ellos su punto e irme a dormir.

Oh sorpresa cuando a la mañana siguiente estalla el escándalo de los hijos del Presidente Uribe, quienes, según Daniel Coronell, se habrían enriquecido aprovechando su condición de hijos del presidente, al usar información privilegiada en la compra de unos predios en las afueras de Bogotá por los cuales pagaron nada y hoy en día valen miles de millones. "Los muchachos", como les dice María Isabel Rueda, en su columna de hoy en El Tiempo, parece ser que han sido negociantes desde pequeños, han fracasado un par de veces y parece que finalmente dieron con el chiste de cómo es que se hace plata. Coronell, en su columna de esta Semana, insiste en que no hay nada de visionario en el negocio de los hijos del presidente y que simplemente lo que hay aquí es un episodio de corrupción.

Independientemente de si hubo corrupción o no, creo que este episodio de los hijos del presidente ilustra que efectivamente tengo la razón en mis dos argumentos. Primero, no merezco estar en la lista de los más exitosos en los negocios, ni por jóven ni por multimillonario. Y segundo, que se necesita mucha suerte para terminar uno siendo hijo de un presidente.

Thursday, April 16, 2009

Las fórmulas de la crisis

¿Cuál es la fórmula para salir de la crisis en Colombia?, fue una de las preguntas que me tocó responder en días pasados (a través de Internet y a nombre de mi jefe) a uno de los periodistas locales. Mi primera reacción fue, obviamente, de desconcierto. Primero, es que no es claro que haya una "crisis" propiamente en Colombia, al menos una crisis económica que yo sepa. Mi diagnóstico es que es probable que la economía efectivamente esté en recesión ya, pero lo que está sucediendo aún no se puede caracterizar, vuelvo y repito, como una crisis al estilo de la vivida a finales de los 90. Ok, bueno, supongamos que tengo el diagnóstico equivocado y efectivamente Colombia está en medio de una crisis.

Lo peor es que me tocaba decir algo inteligente. Cinco años de doctorado en teoría económica y otros tantos más de estudiar economía "en la práctica", no podían haber pasado en vano. Tocaba mostrarle a mi jefe que de algo sirvieron. Pero, ¿qué diablos responde uno a semejante pregunta tan pendeja? Y no es por tratar de idiota al periodista, ni mucho menos, pero en estas épocas de "crisis", la gente acude a los economistas como si se fueran al médico. A que les digan qué tiene la economía y cómo curarla. Con un diagnóstico diferente al del periodista y con una fórmula que igual no le van a parar bolas, procedí a dar mi respuesta.

"Desafortunadamente esta es una crisis global, originada en las economías industrializadas, que generan 72% del producto mundial, y que necesariamente tendrá un impacto negativo sobre nuestro desempeño. En estas circunstancias, lo primero que hay que entender es que no hay fórmulas mágicas. Todas las políticas tienen costos asociados. Dicho esto, una de las cosas que podemos hacer en economías pequeñas como la colombiana, es responder con políticas contra-cíclicas, pero sin volvernos imprudentes. Parte de estas políticas ya se están implementando, en particular, mediante la reducción de tasas de interés por parte del Banco de la República y el haber permitido una corrección importante del desequilibrio cambiario. Esto ha sido posible gracias a que el banco actuó preventivamente, aumentando las tasas de interés en la época de las vacas gordas. Si bien, en mi opinión, pudo haber subido exageradamente las tasas de interés, esta política se complementó con otras políticas prudenciales como la acumulación de reservas internacionales e imponiendo controles a los flujos de capital especulativos. Por desgracia, la política fiscal fue pro-cíclica y no se ahorró durante el auge para poder gastar en la recesión. En consecuencia, ante la caída del recaudo tributario la política fiscal no puede ser decididamente contra-cíclica sin deteriorar la sostenibilidad de la deuda pública. A pesar de estas limitaciones, el Gobierno ha permitido la operación de estabilizadores automáticos, relajado la meta de déficit para 2009 y priorizado el gasto en infraestructura y vivienda, que son los que mayores multiplicadores tienen. Estas son buenas políticas, pues muestran el esfuerzo por ser prudentes en el gasto para mantener el acceso a los mercados financieros internacionales y la confianza de los agentes en la política fiscal. Sin embargo, también hay políticas desastrosas, como mantener congelado el precio de la gasolina su pico histórico, porque eso erosiona el ingreso disponible de las familias y eleva los costos de producción de las firmas. Mientras en otros países ese efecto ya se ha diluido en Colombia decidimos prolongarlo."

La traducción de esta respuesta al lenguaje callejero es: no hay nada que hacer diferente a lo que ya se está haciendo el Banco de la Répública, quien trató de bajarle el volúmen a la música y moderar la euforia de la fiesta cuando todo el mundo, incluido el mismo gobierno, estaba envacalocado chupando guarapo y pensaba que la rumba no iba a terminar. Pues bien, la pachanga se acabó y ahora, con este guayabo tan berraco, pues no se le puede pedir al paciente que se vaya pa'l gimnasio. Obviamente, pues este tipo de cosas no se dicen de esta forma, y me tocaba proceder con la parte inteligente de la respuesta.

"Ahora bien, paralelamente a las políticas de corto plazo, creo que otra cosa que podemos hacer durante esta crisis externa es aprovechar la oportunidad para avanzar en reformas estructurales y fortalecer las buenas políticas pensando en el largo plazo. Creo que el país debe sentarse a pensar seriamente en cómo remover la maraña de distorsiones tributarias que perpetúan la informalidad y la ilegalidad. Un par de ejemplos, son las altas cargas laborales y el impuesto a las transacciones financieras. Ambos generan unas distorsiones gigantes que estimulan el crecimiento del sector informal e inclusive el delito. Allí los economistas llevamos 40 años fallando. Porque hemos estado de acuerdo en todas estas cosas sin poder convencer a los políticos. "

De nuevo, la traducción simple es que, en lugar de estar chupando trago y comiendo lechona de la forma como lo hemos venido haciendo, hay que cerrar el pico y mandar la economía al Bodytech todos los días Lunes a Domingo, a las 5 de la mañana, para a eliminar toda la grasa y el colesterol que tiene de sobra. Obviamente, a nadie le gusta esta "formula". Menos a los políticos, que son los que mandan.

Ah y también puse otras cosas, pero esas sí eran pendejadas. Como la pregunta.


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Friday, April 10, 2009

Mi primer blog

Siempre quise publicar un blog. Para mi familia, para mis amigos, para quien sea. Hay mucha desinformación en este mundo. Especialmente, en lo que tiene que ver con la información económica y financiera. De mis épocas en el Banco de la República, recuerdo que Carlos Esteban Posada siempre decía que "una de las grandes maldiciones de este país, era el alto nivel de analfabetismo económico". Totalmente de acuerdo con él, solo que extendería el problema al resto de la humanidad.

De hecho, creo que una de las principales causas del gran número de crisis económicas y financieras en la historia de la humanidad son las malas decisiones de la gente. La gente es más o menos buena decidiendo asuntos elementales: en dónde compra el mercado, dónde encontrar los artículos más baratos, etc. Pero es menos buena en asuntos un poco más complicados como, en qué invertir sus ahorros. El ejemplo clásico es la decisión de comprar vivienda. Por siglos, la propiedad de la tierra ha sido sinónimo de seguridad patrimonial y de estatus social. El ser propietario no sólo manda una señal del tamaño del patrimonio, sino también del éxito social.

Igualmente legendarias han sido las burbujas de precios de las casas, como lo muestra Niall Fergusson en su libro "The Ascent of Money". La mecánica es simple. En algún punto del tiempo, la oferta de casas es limitada. Por algún factor ajeno a la gente, el ingreso promedio de la población aumenta (bien sea porque aumentan los precios de internacionales de algún commodity o porque la política económica es irresponsable, o ambas) de tal forma que la demanda de casas aumenta. Dado que hacer una casa toma tiempo, el aumento en los precios de la vivienda atrae aún más gente, motivada por (i) mejorar su estatus y hacerlo evidente y (ii) el repunte de los precios.

Dependiendo del grado de escasez de la oferta de vivienda, los booms hipotecarios pueden durar desde un par de años hasta varias décadas. Entre más duran, más doloroso es el ajuste. La razón es simple: entre más larga sea la fase de vacas gordas, menor es el peso de la historia y la lógica económica. En toda burbuja siempre hay una historia atractiva y documentada que podría explicar el por qué "esta vez es diferente". Aparecen los "gurus" financieros con eco en los medios masivos, con una lista de "hechos" que apuntan a que si no nos metemos ahora, mañana será tarde. Así se alimenta la burbuja. Hasta que explota. Qué la explota? Nada. O algo totalmente insignificante. Como las burbujas de jabón, estallan sin necesidad de pincharlas.

No pretendo cambiar el mundo con estos párrafos. Tampoco busco cambiar la forma de pensar de nadie. Sólo quería escribir mi primer blog y contarles que estoy vendiendo mi casa.