Sunday, May 17, 2009

Mas sobre la suerte

Salió finalmente la revista Semana, edición de las 100 empresas más grandes de Colombia, con los "chicos superpoderosos". Como les había comentado, resulta que soy uno de esos. Me encuentro muy agradecido con todos los que vieron la revista, bien sea porque mi esposa les avisó o porque por casualidad se toparon con la publicación, y me enviaron sus felicitaciones. Recibí muchos emails que me emocionaron mucho. Es más, me declaro sorprendido, pues recibí más mensajes de reconocimiento que cuando me gradué del doctorado. Queda claro entonces, que salir en Semana es uno de mis mayores logros. De nuevo, muchas gracias a todos los que me escribieron. No tengo palabras para agradecérselos.

La nota chistosa pero acertada la puso mi suegro, quien me mandó a decir que "la nota de Semana le pareció muy light" y que no reflejaba la seriedad que me había caracterizado durante toda mi carrera profesional. Completamente de acuerdo! Pero bueno, como a mi no me llevaron amarrado a la revista, debo reconocer que tengo alguito de light y asumo la culpa suegrito.

Tampoco quisiera dejar pasar esta oportunidad, para reflexionar un poco más acerca del profundo y vehemente rechazo que generaron mis teorías acerca del rol de la suerte en toda esta historia. Uno de mis mejores amigos me dijo que "o yo era un farsante total o era tan humilde que parecía una completa güeva." Como sea, también me dijo que le comprara un ejemplar de la revista y que se lo enviara. Yo sé que el hombre tiene esa misma sensación que le quedó al periodista de una "falsa humildad" en mis argumentos. Ah bueno, y eso que en mi familia, fueron aún más lejos y llegaron a decirme que la suerte no existía. De nuevo, muy queridos todos, pero insisto en que, siendo completamente objetivos, el trabajo duro es una condición necesaria pero no suficiente para el éxito, cualquiera que sea su métrica (o sea la unidad con la cual se mida, como dinero, fama, amor recibido, etc).

Para no extenderme en argumentos, solo voy a recomendarles un libro: "Fooled by randomness" de Nassim Taleb. A parte de ser un libro de esos que a la periodista de Semana le dió por calificar de "libros inteligentes", tal vez para referirse a libros escritos por verdaderos intelectuales, es un manuscrito bastante divertido. Es uno de esos libros que le abren a uno los ojos. Que le hacen ver la luz.

Pero bueno, saben que a la larga entiendo perfectamente a todos los que rechazan la idea de la existencia de la suerte (o la aleatoriedad) y reafirman el determinismo (la no-aleatoriedad). Yo también fui parte de ese grupo. Siempre creí que existía una razón para todo. Una explicación lógica y coherente sobre el devenir de las cosas, sobre la ocurrencia de los eventos. De hecho, durante la mayor parte de mi carrera profesional me dediqué a eso: tratar de encontrar el por qué de los hechos económicos, en especial de la economía colombiana. Y lo peor es que pasé mucha parte de mi tiempo, construyendo modelos cuya lógica primitiva es que hay una parte determinística y otra aleatoria, esta última sin la fortaleza suficiente como para "dominar" a la parte determinística.

También hay que reconocer que es que así fuimos educados. Yo nací en un hogar católico. De pequeño, cuando vivía en Central Castilla, iba a misa casi todos los Domingos a un pueblito que se llamaba San Antonio de los Caballeros. Me parecía hasta divertido ir a misa. Lo único maluco era el olorcito a incienso. Hice la primera comunión con el Padre Potes, el mismo que está embollado en Cali por yo no se bien que cosa. Con el tiempo me fui alejando de la religión, pero al mismo tiempo entendí que ella llena un vacío natural del ser humano: la necesidad de que alguien (o sea, Dios) nos explique lo inexplicable.

En cierta forma, la figura de Dios es el determinismo en su máxima expresión. Gracias a Dios, somos lo que somos. Gracias a Dios, estamos en las que estamos. Y gracias a Dios, saldremos bien librados de todo lo malo que nos pasa. Esta noche dormiré en el sofá, ya sé. Ah, y los más radicales me tirarán tomates por Facebook, pero algo parecido sucede con un libro, que es un mega-best seller, llamado "El Secreto". El argumento básico es que basta que uno se imagine lo que quiere ser y tener, y trabajar duro para llegar a serlo o tenerlo, y tus deseos se convertirán en realidad. Debo confesar que ninguno de estos argumentos me convence, aunque reconozco que llenan una necesidad básica: una respuesta simple a las cosas que nos pasan.

En el mismo sentido, resulta muy bonito y gratificante pensar que, gracias al trabajo duro, al sacrificio, al estudio, a las buenas costumbres, etc, es que nos sucede todo lo bueno. Pero cuantos miles de personas hay allá afuera, que trabajan durísimo, quizás más duro que nosotros, y no obtienen los resultados deseados? Es más, si ser inteligentísimo y trabajar duro fuera suficiente para alcanzar el éxito, todos los líderes, empresarios, periodistas, etc, etc, etc, tendrían estos atributos. Y ese no es el caso. Todos nosotros conocemos decenas, sino cientos, de ejemplos, de líderes literalmente imbéciles e ineptos.

Así, insisto en mi punto: la suerte, o sea la aleatoriedad, juega un papel mucho más importante en nuestra vida de lo que creemos. O de pronto es Dios jugando a los dados. Como sea, estoy feliz de ustedes se hayan cruzado por mi vida.

Saturday, May 9, 2009

Pérdidas visibles, beneficios invisibles

La mayor parte de mi vida profesional me la he pasado trabajando en un sector altamente impopular. Inicié mi carrera en el banco central de Colombia, después estuve un par de años en Citi, y ahora aterricé en la Asobancaria, el gremio de los banqueros. Tal vez, después de los políticos, los banqueros son el grupo más desprestigiado de la sociedad. Peor aún, con la crisis económica, la imagen negativa de los bancos a nivel mundial ha caído a sus mínimos históricos. Y es que para el común de la gente, el sistema financiero es algo así como un mal necesario.

La semana pasada me invitaron a dar una charla sobre el estado del sistema financiero en Colombia al III Encuentro Nacional de Banca y Pyme, un evento organizado por el ACOPI, el gremio de los pequeños empresarios. Por supuesto, el ambiente no era el más amigable para un representante de la banca, al punto que corría el riesgo de que a alguien le diera por tirarme un zapato. Bajo estas circunstancias adversas, mi intervención comenzó reconociendo que, para mí era un orgullo el haber sido invitado a participar en un foro que reunía a uno de los principales símbolos de nuestra sociedad, el emprendedor colombiano. Después, les hablé de la situación macroeconómica, presentándole al foro más o menos el mismo escenario que describí en mi blog de la semana pasada. Continué contándoles que la demanda de crédito está creciendo menos que la oferta, y que eso, junto con la reducción de las tasas por parte del Banco de la República y las expectativas de una menor inflación está haciendo que las tasas de interés de todas las modalidades de crédito caigan.

Pero la parte emocionante vino al final de la charla, cuando me tocó tratar el tema de las utilidades de los bancos. El tema es complicado, no sólo porque en Colombia hacer plata es lo más parecido a un delito y los bancos están siendo rentables, sino porque en todo lado para los empresarios los banqueros son como una especie de chupa-sangre, unos parásitos que "no producen nada" y que "explotan" al azotado sector productivo. Ni más faltaba, es que producir azúcar, ensamblar un carro o un computador, entre otras cosas, son actividades que requieren mucho esfuerzo y dedicación. Recoger y prestar plata, por el contrario, es culísimo.

En mi concepto, esta falsa percepción tiene el siguiente origen. El principal contacto de los bancos con nosotros es a través de dos servicios financieros: las cuentas de ahorro y las tarjetas de crédito. Lógicamente, nosotros quisiéramos tener nuestros ahorritos disponibles a la mayor brevedad, por lo que las tasas de interés que nos resultan pagando son probablemente las más bajas de todas, póngale por ahí un 5%. También, quisiéramos que nos prestaran billete rápido y fácil para esa blusita que pone a nuestra pareja a tono con la moda. Y eso es lo que justamente hace una tarjeta de crédito, le presta a uno plata fácil y rápida, sin mucho papeleo ni garantías. El gran pero, es que para los bancos es un crédito altamente riesgoso y cobran las tasas más altas de todas, más o menos un 25%.

Uno pensaría que captar al 5% y prestar al 25% es un negociazo. ¿Qué actividad lícita tiene semejante márgen? Hay dos problemas con esta lógica. De hecho, hay muchos más, pero menciono solo dos. Primero, que no toda la plata que se recoge se puede prestar, por encajes, impuestos, regulación, inversiones forzosas, etc, etc. y además, que no todo el mundo resulta siendo tan buena paga como uno. Segundo, las cuentas de ahorro y el crédito de consumo, no son los únicos productos financieros. Existen otros menos líquidos y menos riesgosos que reducen significativamente el márgen. Una vez se tienen en cuenta estos factores, la rentabilidad de los bancos se reduce increíblemente. De hecho, el retorno sobre los activos y el capital no ha superado el 3% y el 25% en los últimos 10 años y el márgen de intermediación es del 8%. Bajo estas condiciones, sorpréndanse, el sector financiero no está entre los primeros 10 sectores más rentables en Colombia.

Ok señor, dirán ustedes, eso prueba que no es tan buen negocio, pero no prueba que no son unos parásitos. ¿Cuáles son los beneficios de que existan los bancos? Explicar esto es más jodido. Mientras que las empresas producen cosas visibles o tangibles, como un bulto de azúcar, un carro o un computador, los servicios que producen los bancos son menos obvios, son casi que invisibles. Uno de los beneficios sociales de los bancos es que nos ahorran a nosotros el dolor de cabeza de tener que saber a quién diablos le prestamos la plata. Imagínese usted que a su casa llegara un David Murcia, semejante man, con esa pinta, a decirle que le paga el 100% si le deja sus ahorritos. Usted obviamente le entrega la plata, tal como se la entregó mucha gente. Los bancos nos pagan mucho menos, pero una de las cosas que hacen es que nos ahorran el dolor de cabeza de que venga un bacán de vereda y nos tumbe!

Canalizar dinero eficientemente y de forma segura desde la gente o empresas que tienen ahorros hacia la gente o empresas que lo necesitan es un beneficio muy importante para la sociedad. Sin los bancos, la financiación del consumo de los hogares, de proyectos de inversión o del capital de trabajo de las empresas sería más difícil y probablemente más costosa. Nosotros tendríamos que financiarnos a través de pagarés, las empresas a través de bonos y habría mucha gente que resultaría tumbada o extorsionada y, en el caso de Colombia, probablemente los homicidios aumentarían.

Una de las cosas más fascinantes que tiene la economía, es la existencia de estas paradojas en las que las pérdidas para la sociedad resultan evidentes pero los beneficios no lo son tanto. Más emocionante aún es que en esta trampa no solo cae la gente del común. También son víctimas algunos economistas colombianos. El otro día en El Tiempo leí que había unos señores muy serios, que proponían estrangular al sistema financiero como "fórmula para salir de la crisis." Esa es otra de las razones por las que me fascina la economía: que cuando leo la prensa, es como si me sentara a ver Sábados Felices.

Saturday, May 2, 2009

Qué le espera a la economía colombiana en 2010

Ya comienzo a extrañar mi antigua profesión. La de analista económico del Citibank para Colombia y Venezuela. O mejor, como alguna vez lo puso mi cuñada de una forma clara y sucinta: la del Walter Mercado del Citi en Colombia. Y es que sí, para que les digo mentiras, uno le saca gusto a eso de estar haciendo proyecciones. Tal como en las apuestas, uno se envicia. Dicho esto, quisiera dejar consignada mi visión, de lo que le sucederá a nuestra economía en el próximo año y medio. Todo, para que luego no digan que no se los advertí. O también, para que después me manden este escrito y me digan: "Hamann, sí que estabas pifiado y mirá esta economía tan exhuberante! Menos mal te fuiste pa' la Asobancaria porque nos hubieras hecho perder cualquier cantidad de plata!".

Y es que ya hace unas cuantas semanas que la economía de los Estados Unidos está mostrando signos de recuperación. O al menos, eso es lo que están percibiendo los mercados financieros globales. Las acciones, tanto en Estados Unidos, como en Europa, Asia y Latinoamérica han repuntado en el último mes, aunque sin lograr revertir por completo la debacle del año pasado. Me parece iluso pensar que las pérdidas se compensarán en cuestión de meses, pues la destrucción de riqueza ha sido tan grande, que se requiere un rally sostenido y generalizado que duplique los niveles de precios observados hoy en día. No obstante, es una buena noticia que al menos haya inversionistas apostándole a una estabilización y a que la economía gringa ya tocó fondo. Si esta tendencia se consolida pronto aparecerá gente diciendo que los Estados Unidos estará despegando más pronto que tarde.

En Colombia también ha habido buenas noticias. La más importante es que el país hubiera decidido acudir al FMI por una línea de crédito contingente de 10.400 millones de dólares. Si el FMI aprueba la solicitud, el gobierno y el Banco contarán con un año para decidir si hacen uso o no de estos recursos. Eso es lo que significa el terminacho "contingente". De esta forma, el país dispone de una opción, una especie de colchón, equivalente a más o menos un 50% más de sus reservas internacionales. Otra buena noticia es que el Banco ha seguido bajando agresivamente su tasa de interés y que el resto de tasas de la economía están respondiendo relativamente rápido, sobre todo el crédito comercial e hipotecario. Este último debe aliviar la carga financiera de los hogares en forma importante. La tercera buena noticia, es que el gobierno está actuando de forma más o menos sensata, y no se ha unido al coro de alarmistas que dicen que Colombia ya está en crisis y que proponen una zarta de estupideces, como usar las reservas internacionales para construir puentes y túneles que pasan por la mitad de un volcán, como el túnel de La Línea. De haber seguido las recomendaciones de estos genios, ya estaríamos en una crisis.

Gracias a la suerte o a Dios, como lo quieran ver, Colombia no se encuentra en crisis. Lo que el país está sufriendo es una recesión, y está entrando en ella a una velocidad casi que sin precedentes. Y la diferencia entre crisis y recesión no es semántica. En una recesión, la economía se contrae, esto es, el ingreso de los hogares decrece, el gasto tanto privado como público o no crecen o caen también, el desempleo aumenta, el crédito o no crece, o aumenta pero mucho más lentamente, y la situación externa tiende a deteriorarse. En una crisis, todas estas cosas pasan a una velocidad sin igual, con varios agravantes: que los mercados financieros se desestabilizan; la tasa de cambio se sube por encima de 3.000 pesos; el crédito se seca y nadie consigue plata; el ajuste del gasto no es voluntario sino forzado por las circunstancias; las familias no pueden pagar sus deudas; algunos bancos se quiebran; el país, o no consigue financiación y/o los inversionistas locales huyen despavoridos; las tasas de interés, tanto locales como externas, se van a las nubes; el banco central desacumula reservas internacionales rápidamente, y el déficit externo se vuelve un superávit en un abrir y cerrar de ojos. Eso es una crisis. Claramente eso aún no está pasando en Colombia.

Ahora bien, esto no quiere decir que dicho escenario no pueda ocurrir. De acuerdo con las cifras más recientes y las proyecciones de los analistas, la economía va a entrar en una etapa de una mayor fragilidad a todos los niveles. El deterioro de las cuentas fiscales es quizás lo más evidente y su tendencia será a deteriorarse. No tardarán en aparecer los titulares en la prensa sobre el "hueco fiscal". También, la situación de las firmas y los hogares tenderá a empeorar como consecuencia de la recesión y el desempleo aumentará hacia el 15%.

Pero para muchos esta recesión será corta. Mis ex-colegas analistas, tanto en Colombia como en Nueva York, esperan una recuperación rápida y en línea con la de Estados Unidos. Su lógica es atractiva. Si Estados Unidos se recupera, se recupera el globo y con él los precios de los commodities, etc, y debería haber un rebote más o menos sincronizado. En mi opinión, me parece que están pasando por alto algunos hechos de la economía colombiana que van a hacer del siguiente año y medio, un período bastante desesperante para nosotros los colombianos.

El primer hecho, es que en Colombia los precios y los salarios son rígidos a la baja, lo que significa que el ajuste de la economía viene vía producción y empleo. El salario mínimo, que es la referencia para el resto de salarios en la economía, aumentó en igual porcentaje que la inflación del año pasado. La inflación del 2008 fue, a su vez, el referente para una buena parte de los precios de la economía este año. Si los precios no caen al ritmo de la demanda, como es el caso del precio de la gasolina, y el salario real se mantiene casi que intacto, los hogares simplemente ajustan vía cantidades. Recortan las salidas a comer, van menos a cine y a otros espectáculos, se cambian de plan de celular, ahorran en agua, energía, y gasolina, etc, etc, etc. Y una vez esto sucede; una vez la gente cambia sus costumbres, es muy fregado que vuelvan a sus hábitos de las épocas de las vacas gordas. A esto los economistas le llaman "habit persistence", que yo no sé bien como traducir esa vaina al español, pero significa que es jodido que la gente cambie de parecer. Entre más inflexibles sean los precios, más prolongada será la recesión.

Si a este escenario local, le sumamos el alto riesgo de que: uno, lo más probable es que Venezuela sí tenga una crisis de aquí a un año, y que, dos, si Estados Unidos se recupera rápidamente, como creen aquellos que le apuestan a una recesión en forma de "V", de tal forma que en un futuro no lejano la Fed esté normalizando la política monetaria, el contexto externo para Colombia puede ser mucho menos favorable de lo que muchos creen.

Por eso, creo que el país se encuentra en el inicio de una larga y prolongada recesión o, en el mejor de los casos, en el 2010 veremos una economía que crece pero significativamente por debajo de su potencial (4,0% anual). En estas condiciones abundarán las propuestas "creativas" de los candidatos presidenciales. Me asalta, eso sí, una gran duda: ¿cómo será el presidente-candidato Álvaro Uribe lidiando con una recesión de este estilo y con un vecino peor de embollado?