Sunday, August 23, 2009

Delirios teóricos de la crisis

La crisis económica y financiera del mundo desarrollado tiene a sus economistas delirando. Hace un mes, la revista The Economist tituló en su portada "Modern Economic Theory: Where it went wrong and how the crisis is changing it". El título sugiere entonces que "hay algo que salió mal" en la teoría y que la crisis la está cambiando. En las páginas interiores, la revista entrevista a varios economistas, entre ellos Paul Krugman, premio Nobel de economía en 2008, quien sin sonrojarse afirma que la mayor parte de la teoría macroeconómica fue "espectacularmente inútil en el mejor de los casos y positivamente dañina en el peor".

Un par de semanas más tarde, Robert Lucas, premio Nobel de economía en 1995 y padre de la macroeconomía moderna, refuta en la misma revista la idea de que el haber fallado en pronosticar la crisis financiera signifique una falla de la economía, puesto que "una cosa que no tendremos (ni ahora, ni nunca) es un conjunto de modelos que pronostiquen caídas súbitas del valor de los activos financieros."

Debo confesar que esta discusión aporta poco, con todo el respeto por The Economist, y los premios Nobel. Pero como la crisis puso de moda opinar de los economistas, lo menos que uno puede hacer es ilustrar a mis amigos (lectores de este blog) acerca de lo que nuestra profesión le aporta a la sociedad, pues en apariencia, pocas labores tan inútiles como la de los economistas.

Los economistas trabajamos con modelos (con esas no, desafortunadamente), es decir, con caricaturas de la realidad económica. Como tal, las caricaturas no deben tomarse tan en serio, aunque sí lo suficientemente como para no ignorarlas. Hace unos días alguien, al enterarse de que yo había trabajado desarrollando modelos macroeconómicos, me preguntó de forma socarrona si los modelos económicos sí eran útiles. Mi respuesta fue que eran como los condones: hay que saber cómo, cuándo, para qué y con quién usarlos. También, al igual que los preservativos, no deben ser la única herramienta para la toma de decisiones.

Más seriamente, creo que el problema no está en los modelos (o teorías) por sí mismos. Hubo algo, quizás el fuerte debate ideológico en Estados Unidos, que causó que los economistas le dedicaran tanto tiempo a tratar de responder las preguntas equivocadas. Por mucho tiempo los economistas, especialmente los del mundo desarrollado, se la pasaron estudiando las preguntas incorrectas con las herramientas correctas. Otros, especialmente los que se dedicaron a estudiar temas que “eran problema de las economías subdesarrolladas”, entre ellas las crisis cambiarias y financieras, se la pasaron estudiando las preguntas correctas con las herramientas incorrectas.

Nadie medianamente informado acerca de los desarrollos de la ciencia económica puede argumentar que no había investigadores tratando de entender la racionalidad del comportamiento en manadas (hay miles de páginas de libros al respecto), de las burbujas especulativas, las modas, etc, etc, etc. Todos estos desarrollos se dieron con diferentes niveles de sofisticación matemática. Así que achacarle la culpa a la profesión de no haber ni entendido, ni pronosticado la crisis me parece exagerado.

No obstante, hay que reconocer que, como en todas las profesiones de la vida, hay roscas, y los científicos no son la excepción. El problema es que esta vez fueron los de la rosca los que se equivocaron. Solo unos pocos fueron capaces de anticipar que las más Banana Republic del mundo era la economía más poderosa del planeta.

Monday, August 17, 2009

Las pirámides y sus demonios

Carl Sagan, físico que se hizo célebre en los 80 por la serie "Cosmos", fue fuente de inspiración de muchos, que posteriormente se convirtieron en físicos de profesión y que, con sus aportes a la ciencia, hoy están transformando el mundo. Después de su muerte en 1996, su novela "Contacto" llegó a Hollywood de la mano de Robert Zemeckis, el mismo productor de Back to the Future, y Jodie Foster, como protagonista de la película.

Un año antes de morir, Sagan escribió un libro títulado "El mundo y sus demonios" o "The Demon-haunted World", su título original inglés. Podría decirse que el libro fue menos exitoso que la serie Cosmos y ciertamente menos popular que la película, pues mientras que para muchos de ustedes la publicación les resulta absolutamente desconocida, la serie debe serles un poco más familiar, porque en Colombia se transmitía por partes los domingos a las 7 de la noche de la mano del inolvidable programa "Naturalia". La película fue obviamente un éxito taquillero mundial por sus efectos especiales y lo controversial de su tema.

No obstante, la importancia de "El mundo y sus demonios" no se puede soslayar. Los 90, al igual que los 80, los 70, otras épocas pasadas y la época actual, han sido décadas de oscurantismo, irracionalidad y superstición. El mundo y sus demonios es un libro fascinante, pues desenmascara el fraude de los curanderos, las abducciones por extraterrestres, los llamados "canalizadores", entre otras charlatanerías. Sagan demuestra que el pensamiento científico es necesario para salvaguardar las instituciones democráticas y nuestra civilización técnica.

Como economista, debo reconocer que no existe un Carl Sagan de la economía. Tal vez lo más parecido es Paul Krugman, economista al que muchos se refieren con desprecio como "un columnista del New York Times". El chiste de Sagan era su capacidad para transmitir complejas teorías y hechos de la física en un lenguaje sencillo y accesible al populacho, o sea a nosotros. Sagan, sin embargo, murió con la preocupación de que el mundo se dirigía hacia una nueva edad oscura de irracionalismo y superstición. Dudo que Krugman tenga unas predicciones similares, pero los hechos muestran que tanto en economía, como en la física, el nivel de analfabetismo es preocupante y no respeta clase social.

Tomemos el caso de las pirámides en Colombia y de Madoff en los Estados Unidos. La semana pasada, Asobancaria organizó un congreso sobre lavado de activos en Cartagena. Aparte del turismo corporativo, que aún se mantiene a pesar de la contracción de la economía, el evento fue todo un éxito, entre otras por el gran interés que despertó el tema de las pirámides. Durante uno de los almuerzos, estuve sentado con la fiscal que investiga el caso DMG, el gerente del Banco de la República, el presidente de la Superintendencia de Sociedades, unas personas de la OFAC (no me pregunten que es esa joda, pero es algo importantísimo, tanto que tiene en la quiebra a mi Ameriquita del alma), y la presidente de Asobancaria, entre otros. El tema, obviamente, era si David Murcia había lavado dinero con su pirámide y su complejo empresarial y era culpable tanto del delito de captación ilegal, como de lavado de activos.

Tal parece que Murcia si lavó dinero, como se ha reportado en la prensa, pero a mi me quedó la sensación de que nadie entiende por qué diablos si el tipo quería lavar dinero, lo iba a hacer a través de una de las pirámides más grandes de la historia! Se dijo en el foro que DMG llegó a captar 4,8 billones de pesos, o 2,4 billones gringos (o sea US$2.4 billions) de dólares. Está bien, no fue un Madoff, que llegó a 50 billions, pero bueno si uno pondera por el PIB percápita de los dos países (46 mil dólares de E.U. vs 8 mil de Colombia), creo que Murcia se le acerca bastante, más aún si se considera que la pirámide de Murcia fue menos añeja.

En cierto sentido, la popularidad de todas pirámides, las de Murcia, Madoff, Ponzi, etc. resultan de una inseparable mezcla de codicia, superstición, fé, ignorancia y hasta ingenuidad por parte de los inversionistas. Como ya he insistido en este blog, hay muchos principios básicos en economía, pero uno de ellos es que las tasas de interés "libres-de-riesgo" (si es que existen) son bajas, muy bajas. Madoff tenía la sutileza de ofrecer 10% de retorno no-matter-what. Absurdo, pues típicamente la tasa de retorno de una inversión "segura" fluctúa entre 2% y 4%. Obviamente, con la influencia de Madoff y su tradición en Wall Street, muy pocos se atrevieron a gritar que el Emperador estaba empelota. Solo unos pocos confiaron en lo que habían aprendido en las aulas y pusieron el grito en la Securities and Exchange Commission. (Ver la denuncia de John Markopolos ante la SEC).

Tanto Murcia como Madoff fueron lo suficientemente astutos como para probar que efectivamente "podían pagar lo que ofrecían", pero como dice mi abuelita, que no tiene un PhD en economía: "de eso tan bueno no dan tanto", que es lo mismo que decir que las tasas de retorno de las inversiones libre no pueden ser altas.

Es por eso que se necesita la superstición para que estos esquemas piramidales funcionen por un tiempo. Es decir, la falsa pero firme creencia de la gente (tanto ricos como pobres) que los que estudian son unas güevas y los charlatanes son iluminados. Es por eso que, a pesar de andar berracamente ocupado con mi trabajo, me animé a escribir este blog después de varias semanas de ausencia. Sólo para decir: qué falta la que le hace Sagan a la ciencia y qué tanta falta le hace un Sagan a la economía. O al menos a las finanzas.

Nota: si quieren leer más sobre pirámides busquen "Ponzi scheme" en Wikipedia.