Tuesday, April 5, 2016

Reflexiones acerca de la suerte y la evaluación de la política monetaria

Hace unos días, mi colega y amigo, Marc Hofstetter, a quien admiro y respeto profundamente, escribió una columna en La Silla Vacía titulada “Cuando la suerte cambió”. Marc, cuya capacidad como observador, investigador y estudioso de la economía es innegable y también, cuya influencia sobre los formadores de opinión es incuestionable, realiza un interesante análisis acerca de las consecuencias de la caída de los precios del petróleo sobre la economía colombiana, la respuesta del Banco de la República, y los resultados macroeconómicos, enfocándose en dos variables macro: la inflación y la tasa de cambio.

 El análisis de Marc parte de considerar las cifras de ITCR, reservas internacionales, tasa de intervención y tasa de inflación para cuatro países: Chile, Perú, México y Colombia. Al dividir la muestra entre antes y después de la caída de los precios internacionales del petróleo (julio de 2014), se observa cómo, después de dicho momento, en Colombia y a diferencia del resto de países considerados, la respuesta de política monetaria ha sido no vender reservas internacionales y, en cambio, sí subir la tasa de interés nominal, mientras que los resultados han sido una mayor inflación y una tasa de cambio más depreciada. Marc, plantea que a la luz de los resultados en materia de inflación y tasa de cambio, la respuesta de política ha sido equivocada. Reconoce, como buen académico, que existe la posibilidad de que existan otras historias y algunos “atenuantes” a su argumento. Entre los atenuantes están el que (1) no ahorramos en las épocas buenas (y como resultado tenemos un gran DCC), (2) somos más sensibles al precio del petróleo, (3) la inflación ha subido principalmente por el Niño. Entre las otras historias está en que la venta de reservas es inefectiva. Marc concluye haciendo un llamado para una mayor generación de investigación en macroeconomía.

 Es evidente, cuando uno ha seguido la opinión de Marc en sus columnas anteriores, que su historia es más la primera y que para él los atenuantes son sólo eso, atenuantes. No voy a compartir mi historia acerca de lo sucedido en materia inflacionaria y cambiaria, pero sí quisiera llamar la atención acerca de algunos puntos que me parece son importantes a la hora de (1) analizar la coyuntura macro, (2) evaluar la efectividad de la política monetaria (o cualquier política pública) y (3) comparar las respuestas de política con las de otros países.

Comencemos por la evaluación de la coyuntura. Creo que un análisis de la coyuntura parte por establecer cuál es el estado de la economía al momento de realizarlo. Esto incluye evaluar el estado de variables que están por fuera del control tanto de las autoridades como de los colombianos en general, como lo son los precios del petróleo, las tasas de interés y condiciones de financiamiento internacional, la demanda externa de las exportaciones de cada una de estas economías, por mencionar algunas variables externas. También deben considerarse variables nacionales y específicas a cada economía, como las condiciones generales para el ambiente productivo (lo que algunos llaman la productvidad total de los factores), los espíritus animales (confianza del consumidor y del inversionista), cómo se ubica la inflación con respecto a la meta del banco central, la porción de la inflación que está por fuera de control del banco central, la postura de la política monetaria, el grado de anclaje de las expectativas de inflación a diferentes plazos, como también si la economía está cerca o lejos de su potencial y si su dinámica es mayor o menor que la que potencialmente puede alcanzar, las condiciones financieras internas, entre otros factores. Todas estas condiciones son analizadas de manera constante y cuidadosa por el equipo técnico del Banco. Esta práctica es común en todos los bancos centrales del mundo.

 Pasemos a la evaluación de la política monetaria. El evaluar si la política monetaria ha sido equivocada o no, no es una tarea sencilla. Tampoco lo es el compararla entre países. En parte porque cada una de estas economías tiene estructuras diferentes en cuanto a su grado de apertura financiera y comercial, el grado de dolarización de la economía, el grado de traspaso de la tasa de cambio nominal al nivel general de precios, la participación de los bienes transables relativa a los no transables, diferencias en los juicios de los ejecutores de las políticas acerca de la naturaleza de los choques que  afectan sus economías, entre otros aspectos.

Pareciera evidente que la política monetaria ha sido equivocada cuando la inflación termina como terminó en 2015 en Colombia y si la tasa de cambio se deprecia como lo ha hecho durante 2014-2015. La respuesta de política luce aún más paradójica cuando otros bancos centrales han respondido de forma diferente a como lo ha hecho la Junta Directiva del Banco de la República. No obstante, la política monetaria podría verse un poco más coherente, tanto dentro de Colombia como al compararla con otros países, si consideramos los siguientes puntos:

 1. La “fiesta en el mundo emergente”, en cuanto al volúmen de la música de los precios de los commodities, se acabó en momentos diferentes para cada unos de los países. Por ejemplo, el precio del cobre, que impacta más a Chile y a Perú que a nosotros, cayó , en 2011,  antes que el precio del petróleo. Al pararse a mediados de julio de 2014 y mirar a Chile, por ejemplo, buena parte de la respuesta inflacionaria a la depreciación del peso chileno ya había sucedido. Adicionalmente, la significativa  descolgada del precio del petróleo en 2014 es abrupta, mientras que la caída del precio del cobre también es significativa, pero es sostenida (dura cuatro años cayendo).



2. El efecto de la caída del precio de la materia prima que exporta cada país sobre la actividad económica. Chile se desacelera sostenidamente de una tasa de crecimiento del PIB de 5,8% en 2011 a 1,9% en 2014. Perú lo hace de 6,5% a 2,4% en el mismo lapso de tiempo. Ambas economías caen sostenidamente, en línea con la caída sostenida y grande del precio del cobre. México, por su parte, desde 2013 no ha podido recuperar las tasas de crecimiento de su economía observadas en 2010-2012. Por el contrario, Colombia se desacelera de 4,4% en 2014 (año de su choque) a 3,1% en 2015 (un año después del choque) ante una caída abrupta y grande del precio del petróleo.



3. Las particularidades de la dinámica de la inflación. En Colombia, la dinámica de la inflación total y la inflación sin alimentos están fuertemente influenciadas por «choques de oferta», en especial, por factores que ocasionan fuertes fluctuaciones de los precios relativos de los alimentos, como el fenómeno del Niño, que de hecho ha sido uno de los más fuertes en varias décadas. La inflación total está por definición afectada, porque incluye los precios de los alimentos. Lo especial, desde mi punto de vista como macroeconomista, es que la inflación sin alimentos también resulte contaminada por las amplias variaciones en el precio de los alimentos, como se puede observar en la siguiente figura. No estoy completamente seguro de que en otros países suceda algo similar. En cualquier caso, lejos de ser un atenuante, el comprender el mecanismo por el cual movimientos en un precio relativo se trasladan al nivel general de precios debe ser algo que nos inquiete como macroeconomistas y es motivo de investigación.


4. El grado de anclaje de las expectativas de inflación a los diferentes plazos. Honestamente, desconozco cómo se comportaron las expectativas en Chile, Perú y México en el momento de sus respectivos cambios de suerte, pero tengo claro que la respuesta del Banco de la República ha sido y será coherente con su compromiso en materia de inflación a largo plazo. Vale la pena mirar qué sucedió en los otros países.

 5. Los objetivos de política. El análisis de Marc pone en el mismo orden de prioridades la inflación y la depreciación, y no le asigna mucho peso al comportamiento de la actividad económica. En Colombia, la tasa de cambio nominal, no parece ser un objetivo de política monetaria en sí mismo, como sí puede llegar a serlo en Perú, por ejemplo. En la medida en que fluctuaciones de la tasa cambio nominal no contaminen la inflación, en otras palabras: si el grado de traspaso cambiario a la inflación y el grado de dolarización de la economía son bajos, el banco central puede permitir que el mercado encuentre un nivel de tasa de cambio nominal que juzgue como coherente con los fundamentales. Pienso que cierta clase de fluctuaciones cambiarias son perfectamente admisibles y que las diversas experiencias de los bancos centrales como aseguradores cambiarios fueron desafortunadas en el pasado. Adicionalmente, al menos durante 2015, el sector privado y los consumidores colombianos no parecían haberse ajustado plenamente ante la caída de los ingresos petroleros.

 6. Las características de las políticas económicas. Una política robusta es aquella que actúa pensando en que la naturaleza puede jugar muy en contra y actúa en consecuencia. Típicamente estas políticas se distancian de las políticas aparentemente óptimas. Retomando la fábula de la fiesta y los cambios de suerte: usualmente es más precavido aquel que toma trago suponiendo que la fiesta eventualmente se va a acabar, que aquel que toma suponiendo lo contrario. Algo similar sucede en materia de política monetaria.

7. La estructura de las economías. Tomemos el caso de México. Si bien su gobierno depende más de los ingresos del petróleo, no es de hecho, un gran exportador neto de petróleo, como se ilustra en la siguiente figura. Es decir, una porción importante de su economía se beneficia de una caída de los precios. Adicionalmente, México es una economía mucho más integrada (al menos en materia comercial) a los Estados Unidos. Sospecho también que hay una variedad de frentes en que Perú, Chile, México y Colombia difieren en materia de su estructura. Uno de ellos es el significativo grado de dolarización en Perú, que implica otras consideraciones de política monetaria y cambiaría.


8. La historia de cómo cada una las economías llegó al momento del análisis. Si los colombianos hubiésemos considerado los altos precios del petróleo entre 2004-2014 como un fenómeno transitorio y que eventualmente se revertiría, habríamos ahorrado la mayor parte de esos ingresos, previendo que algún día la fiesta se iba a acabar. Por el contrario, tomamos decisiones de gasto como si esos ingresos iban a ser permanentes con certidumbre, elevamos los niveles de gasto permanentemente y nos endeudamos sobre promesas de ingresos futuros, con la confianza que esos ingresos iban a estar allí por siempre. Prueba de ello es la dinámica de la deuda y del déficit en cuenta corriente, al igual que sus niveles actuales. Valdría la pena mirar cómo se comportaron los chilenos, peruanos y mexicanos.

9. La naturaleza del choque de precios de las materias primas. La respuesta de política monetaria en cada uno de los países pudo haber dependido del juicio de cada uno de los bancos acerca de si el choque de precios era considerado como transitorio o permanente. Si bien no existen "choques permanentes" como tal, sí es posible pensar que existan choques que persistan desde su ocurrencia hasta el horizonte relevante de la política monetaria (dos años). Esto es importante también a la hora de evaluar la efectividad de los instrumentos de política. Un instrumento de política puede ser útil sólo para contrarrestar cierta clase de choques. Mi impresión es que desacumular reservas ante un choque permanente puede resultar siendo una política aún menos efectiva.

Finalmente, una reflexión final. El cómo juzgar y comparar políticas públicas, en general, y en particular la política monetaria es una pregunta abierta para la teoría económica. Algunos juzgarán las decisiones como desproporcionadas, otros como adecuadas, quizás otros como insuficientes. Otros dirán: aún no es el momento para juzgarlas. Cada cual se forma su propio juicio cuando y como lo considera oportuno. Dicho esto, en una cosa estoy completamente de acuerdo con Marc: necesitamos más investigación, más modelos, en especial en macroeconomía.

Thursday, January 5, 2012

Subida a Pico de Águila, Cali-Colombia


Esta vez no voy a escribir de economía, sino de algo mucho más emocionante: la subida en bicicleta de montaña a Pico de Águila. Un pico a 1688 metros de altura, en las afueras de Cali. El 29 de diciembre de 2011, mañana soleada y calurosa en la Sultana, localizada a 930 metros sobre el nivel del mar, es el escenario de esta subida de 700 metros.

El paseo es con mi hermano, el inquieto Santi, convertido ahora en un ciclo-montañista de 100 kgs de peso. Seis años menor que yo, pero con 30 kilos más, son una muestra del lado menos amable de los matrimonios. El Santi, con menos kms en sus piernas en el pasado reciente, hace evidente el dominio de la bicicleta. Mantiene estacionario el caballito de acero por unos cuantos minutos. Dicho dominio, adquirido hace más de 20 años cuando Edgar, su padre, ya se había percatado de sus habilidades de velocista y lo llevaba juiciosamente al Alcides Nieto Patiño a entrenar en pista. Eran los tiempos de Lucho Herrera, Fabio Parra y Martín Ramírez. Sólo un espíritu combativo como el de ellos, se le mide al reto de subir 700 metros, con sus piernas, una masa de 100 kilos.

La ruta la iniciamos en Altos de Ciudad Jardín, en el condominio Gualanday, donde dos grandes glorias del fútbol nacional tienen su casa de retiro. Lo que se nos viene es una subida de 15 kilómetros de distancia, de variadas pendientes y superficies, de diversos aires por respirar. También, de ambientes que varían desde el ruidoso suburbio caleño, hasta el inhóspito silencio de las alturas del trópico, donde el "gengén" espera pacientemente para alimentarse de nuestro cuerpo. Todo esto, nos era desconocido de antemano.

La salida de Altos de Ciudad Jardín, barrio de la élite caleña ubicado a 1000 metros de altura, es un primer aviso de que la superficie del terreno no estará de tu lado. A tan sólo unas cuadras de la casa, ya enfrentamos los primeros 600 metros de terreno destapado, para luego continuar por terreno pavimentado para salir a la tradicional ruta a La Vorágine, por detrás de la Universidad San Buenaventura. La subida a la Vorágine, un 29 de diciembre, es, por no decir lo menos, amistosa. El río Pance, con un caudal inusual, e encuentra sorprendentemente vacío. Quizás por los estragos de La Niña, quien dejó a los caleños sin ánimos de un sancocho a las orillas del río. Detrás de nosotros, la compañía de nuestro amado Edgar, en su camioneta Toyota. Como en los viejos tiempos, observa pacientemente el lento pero decidido pedalear de sus dos hijos.

El ascenso a La Vorágine de unos 7 y pico kilómetros, es apenas la fase de calentamiento, que nos ubican ahora a 1248 metros del altura. Después del puente, en lugar de trepar hacia el parque natural El Topacio, seguimos hacia el Banqueo. La primera cachetada está a apenas 100 metros del puente, una trepada de unos 600 metros con una pendiente de esas que te estrujan los músculos de tus piernas hasta llevarlos al dolor. Sin los equipos de rigor, es difícil decir de cuántos grados es la pendiente. No obstante, sí puedo afirmar que en los 7 kms de subida de Bogotá a Patios, no se observa semejante inclinación. Después de esos 600 metros viene un kilómetro, también muy parado, pero sobre terreno destapado. Una desgastante subida de 1,6 kms entre el puente de La Vorágine y "el Mirador" tiene como premio una primera vista al resplandeciente valle del río Cauca. Hasta ese punto, hemos subido a una altura de unos 1396 metros. Hemos escalado 400 metros.

Desde el mirador hasta la Unión, lugar que condensa el alma de nuestra familia, hay unos 2 kms, la mayoría de descenso. En este terreno el Santi muestra más que sus virtudes descendiendo en la bicicleta sobre terreno destapado, su espíritu de tomador de riesgo y de su inquebrantable confianza en sí mismo. Sin mirar atrás, me saca más de 500 metros de distancia. Después de una breve trepadita, hacemos una pausa de un par de minutos en la Unión, donde apreciamos a nuestra familia, ya a la expectativa de que nos bajemos de la bicicleta. Todos esperan que nos metamos al río, para después disfrutar de un delicioso sancocho vallecaucano, terminando así un año de abstinencia de tan deseado plato. Pero para el Santi esto no es suficiente reto.

Al mediodía de aquel 29 de diciembre, para el Santi el siguiente reto es llegar hasta Pico de Águila, la cima de un monte que nunca, durante mis 18 años de juventud en el Valle, había oído mentar. Entre la Unión y el pico hay aproximadamente unos 3 kilómetros de alta pendiente. Hemos dejado atrás las fincas y los estaderos, para darle la bienvenida al monte. Unos 400 metros después de La Unión, nos encontramos con el siguiente mirador, que nos ofrece otra majestuosa vista al valle, pero esta vez a una altura de unos 1440 metros. El paso lento por este tramo tiene como consecuencia el ataque del implacable "gengén", quien dejará en nuestras piernas una marca un poco más duradera que el dolor posterior al esfuerzo físico.

Con la nuestra mente puesta en el Pico de Águila, continúa nuestra escalada. El calor del mediodía nos obliga a hidratarnos. Veo al Santi con pocos arrestos. A punto de sucumbir ante el castigo del ácido láctico. Saco de mis bolsillos un AccelGel. 20 gramos de carbohidratos, 6 gramos de cafeína. Tomo un poco de él y lo paso con agua. Le regalo el resto a mi hermano. Un par de metros adelante el agua y el compuesto energético le renuevan su combativo espíritu. Como el ave Fénix, las piernas del Santi vuelven a mostrar un sólido pedalear. La pendiente se pone tan ácida, que hasta los políticos del Banqueo han decidido pavimentar unos cuantos metros la empinada carretera para permitir el ascenso de los Willis, muestra viva del atraso y la pobreza de la zona.

A la distancia, observamos la roca que esculpe el nombre de la cima. En efecto, la cima del monte esboza la forma de un impetuoso águila. Al final de la carretera, un letrero blanco consigna nuestro logro. El Santi acelera, se para en sus pedales y se dirige a él. Al llegar, baja de su caballito de acero y en ese punto, a 1688 metros de altura, después de 15 kilómetros de pedaleo, toma su bicicleta, la cuelga del aviso y lo besa. La única opción, al final del camino es bajar en tres direcciones. Una de ellas es devolverse a La Unión. Un baño en el río y un inolvidable sancocho, nos esperan. El Santi decide bajar como alma que lleva el diablo.

Wednesday, June 9, 2010

Thank you, Ben

Quantitative Easing. O mejor "kiu i guan" y "kiu i tú". Ahora resulta que el Fed le llama así al negocio de los bancos centrales de imprimir dinero mediante la compra de activos. No nos echemos cuentos, por más malabarismos financieros y terminachos fanfarronescos, el tal QE1 y QE2 no es otra cosa diferente a imprimir dinero. Listo, está bien, más bien monetizar la deuda pública.

Más seriamente, se habrán enterado de la decisión del Fed de la semana pasada. Si no, más vale que se pongan las pilas y miren las noticias porque el mundo puede estar observando una de las mayores cagadas en la historia de la política económica. ¿Por qué un profesor como Bernanke, quien sabe muchísimo más de economía (de historia, y de muchas otras cosas más) que yo, decide imprimir cantidades ininteligibles de dólares, tal como lo hizo Alemania en los 20 o los españoles hace más de 500 años cuando descubren las minas del Potosí en el Nuevo Mundo? ¿Por qué lo hace anunciándole a los mercados, posteriormente cumpliéndoles, y luego ejecutando las compras gota a gota? ¿O mejor, de a baldados? ¿Ha considerado Bernanke las consecuencias sobre la estabilidad monetaria mundial de una decisión que sobrepasa los límites de la responsabilidad?

No tengo una respuesta concreta a estas preguntas, aunque tengo una hípótesis. Pero antes de elaborala, permítanme ilustrarlos acerca de los hechos recientes en materia de política monetaria en los Estados Unidos. La gráfica que les presento, muestra la evolución, durante los últimos 90 años, de la oferta monetaria (o base monetaria = efectivo más las cuentas corrientes de los bancos privados en el Fed) de los Estados Unidos.

Los datos son promedio trimestral (ajustados por estacionalidades) y van desde marzo de 1918 hasta septiembre de 2010. Esto es, justo antes de la decisión (tomada hace unos días) del Fed de imprimir otros 600 mil millones de dólares más a partir de la fecha hasta junio del próximo año. Es decir, que si el Fed cumple con lo prometido, la grafiquita se vería como una línea recta desde los 2.0 billones hasta 2.6 billones. Los datos se los puedo enviar si me mandan un email.



Lo que esto significa es que los habitantes de este planeta no han vivido lo que el mundo está experimentando en materia económica. Una explosión de dólares del banco central de la economía más grande del mundo entre 2008 y 2009, con el agravante de que promete echarle (gradualmente) más gasolina al fuego entre finales de 2010 y la primera mitad de 2011. Eventos como estos, probablemente, ya ocurrieron, como dije, en Alemania en los 20, en Bolivia en los 80, o más recientemente en Zimbabwe. No sé, no tengo los datos. Lo que sí es cierto es que, a una escala global, estos acontecimientos nadie, y repito nadie, los ha presenciado.

Y es que no hay forma de darle la vuelta a los datos. Ni siquiera cuando se miran en términos relativos, es decir, en tasas de crecimiento trimestre a trimestre. Los trimestres que más se le acercan al aumento (trimestral) del 80% durante el último trimestre de 2008 (debido a las compras de activos durante la crisis de Lehman) y del 12% del mismo trimestre del 2009, son el primer trimestre de 1933 (10%), el segundo triemstre de 1938 (13%) y el tercer trimestre de 1939 (10%). Hace unos días el ministro de finanzas de Brasil acuño el término "guerra de monedas" para referirse a lo que el mundo está presenciando? Permítanme me río! Esto no es una guerra, es un tsunami monetario.

Ok, establecidos los hechos, vamos a las explicaciones y a las eventuales consecuencias. ¿La primera pregunta era por qué Bernanke deicidió tirar la bomba entre 2008 y 2009? Bueno, esto es más o menos obvio: para contener el efecto de la crisis financiera. Muchos economistas estarían de acuerdo que ahí no había mucha alternativa. De hecho, hace un año Bernanke era casi aclamado por haber evitado una crisis financiera global. La pregunta que sigue es más jodida. ¿Por qué seguir imprimiendo dinero, esta vez no de un solo trancazo sino por montos pre-anunciados? Aquí la explicación es menos evidente y por lo tanto me atrevo a lanzar mi hipótesis.

Lo primero es que Estados Unidos está en un atolladero muy complicado. Su economía sufre los efectos de una crisis financiera, la tasa de desempleo es cercana al 10%, los hogares y las firmas se están desapalancando (esto quiere decir que no quieren endeudarse), los bancos no quieren prestar, la inflación se aproxima lentamente al 1%, la política fiscal tiene poco márgen de acción y hay un riesgo grande de una deflación. Esto último sería desastroso para los ya endeudados consumidores americanos y podría agravar aún más la situación de su ya estancada economía.

¿Pero, no sabe Bernanke que las crisis financieras son largas y que cuando las tasas de interés son tan bajas y los bancos no quieren prestar ni los agentes endeudarse, la capacidad de estimular la economía mediante la compra de activos (o sea, imprimir billetes) es mínima? Si, él lo sabe. ¿Entonces por qué lo hace?

Algunos argumentan que Bernanke quiere emplear la llamada "curva de Phillips". La idea de que existe una relación negativa de corto plazo entre desempleo e inflación. Mayor inflación debería, en teoría, reducir el desempleo. No creo.

Yo pienso que hay una razón mucho más inteligente que suponer que Bernanke se come el cuento de que existe la tal curva de Phillips. Su objetivo es, más bien, evitar la deflación a través de alimentar expectativas de una mayor inflación en el futuro. La apuesta de Bernanke, me parece, es elevar las expectativas de inflación y a través de este canal evitar que la economía caiga en un proceso de deflación similar al del Japón en los años 90. Es por esa razón que anuncia que imprimirá dinero gradualmente por mucho tiempo (durante al menos ocho meses), porque de esta forma afecta la tasa de crecimiento de la oferta de dinero y no su nivel. Recuerden que un aumento de un solo totazo afecta el nivel de precios y no la tasa de inflación (de forma permanente). Al final de cuentas, la inflación es siempre y donde uno quiera un fenómeno monetario.

¿Lo logrará? Bueno si uno mira los datos de los precios de los bonos del tesoro de los Estados Unidos, el mercado no parece estar considerando una deflación. Al menos, por ahora. De hecho, antes de la decisión de imprimir más dinero, las expectativas de inflación a 10 años estaban alrededor del 2%. Justo en la meta implícita del Fed.

¿Y bueno, pero si no hay un exceso de inflación de bienes en Estados Unidos, a dónde se ha ido o va a ir a parar semejante cantidad de plata? Se ha ido y seguirá lléndose a otros bienes o activos, como por ejemplo, commodities (hard y soft), monedas, y en general, activos denominados en monedas extranjeras. Esto, en parte, explica los altos precios de los commodities y la apreciación del resto de las monedas mundo (incluído el Euro, aun con todos sus problemas fiscales, y obviamente el peso colombiano).

El problema de la apuesta de Bernanke es que es muy riesgosa. El Fed corre el riesgo de que a su economía le tome mucho tiempo en arrancar de verdad y de que efectivamente caiga en una deflación porque los consumidores simplemente continúan su proceso de ajuste de cinturones. Como están las cosas, la economía mundial enfrenta un escenario en el que cualquier cosa puede pasar. Y debo confesarles de que no tengo mucha idea de lo que puede pasar de ahora en adelante. Lo que sí es claro para mí, es que la inflación la estamos viendo en los precios de los commodities y en los activos de las economías emergentes y que esta es la semilla de la siguiente crisis. ¿Cuándo y dónde va a ocurrir? No tengo la menor idea. Pero de antemano, podemos decir: "Thank you, Ben."

Monday, May 31, 2010

Las matemáticas de las encuestas

Las empresas encuestadoras encabezan la lista de los perdedores de estas elecciones. Al menos eso dicen los analistas. Ah bueno, y los candidatos también. Pero, cómo es posible que las encuestas hayan fallado de manera tan estrepitosa? Aquí va mi teoría: de acuerdo con los resultados de las dos elecciones pasadas, los sondeos fueron mucho más precisos de lo que muchos piensan.

El ejercicio es simple. Analizando los resultados de las elecciones presidenciales y las parlamentarias las cuentas cuadran a las mil maravillas. Para ilustrar mi punto, les pongo un ejemplo. El partido liberal obtuvo 1.8 millones de votos en las parlamentarias, mientras que Pardo, sólo logro retener algo más de 600 mil votos. El resto, 1.2 millones, adivinen para dónde se fueron. Lo mismo ocurre con el partido conservador. A Noemí 1.4 millones de votos le hicieron la U. Sumando éstos los votos del PIN, se tiene que, entre tráfugas y clientelistas, los votos que favorecen el status quo equivalen a 3.5 millones. Si les restamos esos votos a Santos, se queda con 3.3 millones millones de votos. Bastante parecida a la votación de Mockus! (37% contra 35%)

Votos (millones)
Congr. Presid. "Propios" %
Partido de la U* 2.8 6.8 3.3 37.1%
Conservador 2.3 0.9 0.9 10.1%
Liberal 1.8 0.6 0.6 6.7%
Cambio Radical 0.9 1.5 0.6 6.7%
Polo Dem. 0.9 1.3 0.4 4.5%
Partido Verde 0.5 3.1 3.1 34.8%
PIN 0.9 14.2 8.9
*Restar Trafugas+PIN 3.5

Más sorprendido quedé al calcular los porcentajes con respecto al total de votos "propios" (8.9 millones, que resultan de los 14 y pico millones menos los votos "clientelistas", es decir, todos aquellos que no resultaron de las elecciones parlamentarias), pues estos coinciden casi que mágicamente con los porcentajes de intención de voto que mostraban las encuestas unas semanas antes de las pasadas elecciones.

Por lo anterior, creo que las encuestas no estaban diciendo mentiras. Simplemente no sondearon a los votantes. O más bien, no agarraron el voto amarrado. El del guarito, el tamal y el puesto de trabajo.


Friday, May 21, 2010

Aerosmith in the tropics

Los tenía abandonados. En parte por mis compromisos laborales, pero también en parte porque no había encontrado un tema que me motivara. Hasta que finalmente lo encontré: mi experiencia alrededor del concierto de Aerosmith en Bogotá.

Los sucesos alrededor del concierto ilustran el por qué a nuestra amada Colombia aún le faltan alrededor de unos 200 años para ser parte de las sociedades civilizadas. Buena parte de nuestros males se pueden palpar con algunos ejemplos.

Empecemos por la organización previa al concierto. Para "garantizar la seguridad" alrededor del concierto, la secretaría de movilidad de Bogotá (nombre un tanto exótico) decide, entre otras cosas: (1) ley seca "en los lugares aledaños" al parque Simón Bolivar (sí, allí se hizo el concierto), (2) cerrar varias vias principales desde por la mañana hasta después del concierto y (3) crear varios "anillos de seguridad" para acceder al lugar del evento. Ah bueno, y el alcalde decide (4) nombrar al grupo huéspedes de honor.

Miremos los resultados. Los del cierre de las vías son obvios: más caos vehicular. No se explica uno por qué siendo el concierto a las 8 pm, los ciudadanos despiertan con varias arterias clave cerradas. Primera perla: el interés de 40 mil individuos (cuéntenme entre ellos) por encima del interés de 1 millón y pico de usuarios de las vías públicas. Con semejante astucia para administrar la movilidad de la ciudad, por qué no me sorprende el despelote actual en el que vivimos?

Sigamos con los anillos de seguridad. Ya me iba yo ilusionando porque el acceso al concierto fue fácil. Bueno, cómo no iba a serlo si el primer anillo de policías cubría un radio de casi 2 kilometros? En el camino hacia el escenario, se encuentra uno de todo: revendedores, vendedores ambulantes, gente de a pie, ciudadanos privilegiados entrando con sus mega-camionetas por las calles supuestamente cerradas mirando por encima a los idiotas que acatan el cierre de las vias, entre otras variedades de nuestra fauna sabanera. Segunda joya: la ley es pa los de ruana.

Ya adentro del concierto, después de 3 requisas policiales y 20 cuadras de camino, se encuentra uno con lo mejorcito de lo nuestro. En medio de la pelotera, puede ver policías viendo el concierto, gente tratando de llegar hasta el punto donde puedan olerle la chucha a Steven Tyler, el viejito que no tiene ni idea quien es ese man pero que le está alcagüetiando al nieto de 8 años que no podía estar adentro, el gordito borracho jediondo a Nectar (no hediondo, jediondo). Ah bueno, y que al tropezarse conmigo, en lugar de pedir disculpas se pone todo agreste, señal inequívoca de querer solucionar las diferencias de nuestra tradicional forma: "dándonos en la jeta, marica." Esto me lleva a mi tercera gema: la tal ley seca, como el 90 porciento de nuestras leyes, no sirvió pa un carajo.

Permitanme mis queridos amigos concluir este relato diciendo lo siguiente: quién quiere ser huésped de honor de un país en el que le ley vigente sólo la respetan unos pocos, que antepone el bien particular al común, y que los encargados de hacerla cumplir son los primeros en irrespetarla? Ciertamente, Steven, no sabías el sombrero de qué país te estabas poniendo.

Sunday, August 23, 2009

Delirios teóricos de la crisis

La crisis económica y financiera del mundo desarrollado tiene a sus economistas delirando. Hace un mes, la revista The Economist tituló en su portada "Modern Economic Theory: Where it went wrong and how the crisis is changing it". El título sugiere entonces que "hay algo que salió mal" en la teoría y que la crisis la está cambiando. En las páginas interiores, la revista entrevista a varios economistas, entre ellos Paul Krugman, premio Nobel de economía en 2008, quien sin sonrojarse afirma que la mayor parte de la teoría macroeconómica fue "espectacularmente inútil en el mejor de los casos y positivamente dañina en el peor".

Un par de semanas más tarde, Robert Lucas, premio Nobel de economía en 1995 y padre de la macroeconomía moderna, refuta en la misma revista la idea de que el haber fallado en pronosticar la crisis financiera signifique una falla de la economía, puesto que "una cosa que no tendremos (ni ahora, ni nunca) es un conjunto de modelos que pronostiquen caídas súbitas del valor de los activos financieros."

Debo confesar que esta discusión aporta poco, con todo el respeto por The Economist, y los premios Nobel. Pero como la crisis puso de moda opinar de los economistas, lo menos que uno puede hacer es ilustrar a mis amigos (lectores de este blog) acerca de lo que nuestra profesión le aporta a la sociedad, pues en apariencia, pocas labores tan inútiles como la de los economistas.

Los economistas trabajamos con modelos (con esas no, desafortunadamente), es decir, con caricaturas de la realidad económica. Como tal, las caricaturas no deben tomarse tan en serio, aunque sí lo suficientemente como para no ignorarlas. Hace unos días alguien, al enterarse de que yo había trabajado desarrollando modelos macroeconómicos, me preguntó de forma socarrona si los modelos económicos sí eran útiles. Mi respuesta fue que eran como los condones: hay que saber cómo, cuándo, para qué y con quién usarlos. También, al igual que los preservativos, no deben ser la única herramienta para la toma de decisiones.

Más seriamente, creo que el problema no está en los modelos (o teorías) por sí mismos. Hubo algo, quizás el fuerte debate ideológico en Estados Unidos, que causó que los economistas le dedicaran tanto tiempo a tratar de responder las preguntas equivocadas. Por mucho tiempo los economistas, especialmente los del mundo desarrollado, se la pasaron estudiando las preguntas incorrectas con las herramientas correctas. Otros, especialmente los que se dedicaron a estudiar temas que “eran problema de las economías subdesarrolladas”, entre ellas las crisis cambiarias y financieras, se la pasaron estudiando las preguntas correctas con las herramientas incorrectas.

Nadie medianamente informado acerca de los desarrollos de la ciencia económica puede argumentar que no había investigadores tratando de entender la racionalidad del comportamiento en manadas (hay miles de páginas de libros al respecto), de las burbujas especulativas, las modas, etc, etc, etc. Todos estos desarrollos se dieron con diferentes niveles de sofisticación matemática. Así que achacarle la culpa a la profesión de no haber ni entendido, ni pronosticado la crisis me parece exagerado.

No obstante, hay que reconocer que, como en todas las profesiones de la vida, hay roscas, y los científicos no son la excepción. El problema es que esta vez fueron los de la rosca los que se equivocaron. Solo unos pocos fueron capaces de anticipar que las más Banana Republic del mundo era la economía más poderosa del planeta.

Monday, August 17, 2009

Las pirámides y sus demonios

Carl Sagan, físico que se hizo célebre en los 80 por la serie "Cosmos", fue fuente de inspiración de muchos, que posteriormente se convirtieron en físicos de profesión y que, con sus aportes a la ciencia, hoy están transformando el mundo. Después de su muerte en 1996, su novela "Contacto" llegó a Hollywood de la mano de Robert Zemeckis, el mismo productor de Back to the Future, y Jodie Foster, como protagonista de la película.

Un año antes de morir, Sagan escribió un libro títulado "El mundo y sus demonios" o "The Demon-haunted World", su título original inglés. Podría decirse que el libro fue menos exitoso que la serie Cosmos y ciertamente menos popular que la película, pues mientras que para muchos de ustedes la publicación les resulta absolutamente desconocida, la serie debe serles un poco más familiar, porque en Colombia se transmitía por partes los domingos a las 7 de la noche de la mano del inolvidable programa "Naturalia". La película fue obviamente un éxito taquillero mundial por sus efectos especiales y lo controversial de su tema.

No obstante, la importancia de "El mundo y sus demonios" no se puede soslayar. Los 90, al igual que los 80, los 70, otras épocas pasadas y la época actual, han sido décadas de oscurantismo, irracionalidad y superstición. El mundo y sus demonios es un libro fascinante, pues desenmascara el fraude de los curanderos, las abducciones por extraterrestres, los llamados "canalizadores", entre otras charlatanerías. Sagan demuestra que el pensamiento científico es necesario para salvaguardar las instituciones democráticas y nuestra civilización técnica.

Como economista, debo reconocer que no existe un Carl Sagan de la economía. Tal vez lo más parecido es Paul Krugman, economista al que muchos se refieren con desprecio como "un columnista del New York Times". El chiste de Sagan era su capacidad para transmitir complejas teorías y hechos de la física en un lenguaje sencillo y accesible al populacho, o sea a nosotros. Sagan, sin embargo, murió con la preocupación de que el mundo se dirigía hacia una nueva edad oscura de irracionalismo y superstición. Dudo que Krugman tenga unas predicciones similares, pero los hechos muestran que tanto en economía, como en la física, el nivel de analfabetismo es preocupante y no respeta clase social.

Tomemos el caso de las pirámides en Colombia y de Madoff en los Estados Unidos. La semana pasada, Asobancaria organizó un congreso sobre lavado de activos en Cartagena. Aparte del turismo corporativo, que aún se mantiene a pesar de la contracción de la economía, el evento fue todo un éxito, entre otras por el gran interés que despertó el tema de las pirámides. Durante uno de los almuerzos, estuve sentado con la fiscal que investiga el caso DMG, el gerente del Banco de la República, el presidente de la Superintendencia de Sociedades, unas personas de la OFAC (no me pregunten que es esa joda, pero es algo importantísimo, tanto que tiene en la quiebra a mi Ameriquita del alma), y la presidente de Asobancaria, entre otros. El tema, obviamente, era si David Murcia había lavado dinero con su pirámide y su complejo empresarial y era culpable tanto del delito de captación ilegal, como de lavado de activos.

Tal parece que Murcia si lavó dinero, como se ha reportado en la prensa, pero a mi me quedó la sensación de que nadie entiende por qué diablos si el tipo quería lavar dinero, lo iba a hacer a través de una de las pirámides más grandes de la historia! Se dijo en el foro que DMG llegó a captar 4,8 billones de pesos, o 2,4 billones gringos (o sea US$2.4 billions) de dólares. Está bien, no fue un Madoff, que llegó a 50 billions, pero bueno si uno pondera por el PIB percápita de los dos países (46 mil dólares de E.U. vs 8 mil de Colombia), creo que Murcia se le acerca bastante, más aún si se considera que la pirámide de Murcia fue menos añeja.

En cierto sentido, la popularidad de todas pirámides, las de Murcia, Madoff, Ponzi, etc. resultan de una inseparable mezcla de codicia, superstición, fé, ignorancia y hasta ingenuidad por parte de los inversionistas. Como ya he insistido en este blog, hay muchos principios básicos en economía, pero uno de ellos es que las tasas de interés "libres-de-riesgo" (si es que existen) son bajas, muy bajas. Madoff tenía la sutileza de ofrecer 10% de retorno no-matter-what. Absurdo, pues típicamente la tasa de retorno de una inversión "segura" fluctúa entre 2% y 4%. Obviamente, con la influencia de Madoff y su tradición en Wall Street, muy pocos se atrevieron a gritar que el Emperador estaba empelota. Solo unos pocos confiaron en lo que habían aprendido en las aulas y pusieron el grito en la Securities and Exchange Commission. (Ver la denuncia de John Markopolos ante la SEC).

Tanto Murcia como Madoff fueron lo suficientemente astutos como para probar que efectivamente "podían pagar lo que ofrecían", pero como dice mi abuelita, que no tiene un PhD en economía: "de eso tan bueno no dan tanto", que es lo mismo que decir que las tasas de retorno de las inversiones libre no pueden ser altas.

Es por eso que se necesita la superstición para que estos esquemas piramidales funcionen por un tiempo. Es decir, la falsa pero firme creencia de la gente (tanto ricos como pobres) que los que estudian son unas güevas y los charlatanes son iluminados. Es por eso que, a pesar de andar berracamente ocupado con mi trabajo, me animé a escribir este blog después de varias semanas de ausencia. Sólo para decir: qué falta la que le hace Sagan a la ciencia y qué tanta falta le hace un Sagan a la economía. O al menos a las finanzas.

Nota: si quieren leer más sobre pirámides busquen "Ponzi scheme" en Wikipedia.